
Nació en la Habana el 10 de febrero de 1971. Graduada de Ingeniería Química, es miembro de la UNEAC y de la Asociación Hermanos Saíz. Fue directora durante muchos años de la Casa de la Poesía. Obtuvo el Premio Pinos Nuevos en 1999, Mención en el concurso Luis Rogelio Nogueras 2004, Premio Eliecer Lazo, Premio Especial de la AHS Regino E. Boti, y Premio José Jacinto Milanés en el 2005. Fue ganadora en el concurso internacional Nosside Caribe 2005, Premio Cauce de poesía en el 2007, con el cuaderno Circularidades, y Premio del Concurso Nacional de Literatura Hermanos Loynaz en el 2008, con el poemario Elocutio sine nomine.
Tiene publicados los poemarios:
- Aqua-sex (Ed. Letras Cubanas, 2000)
- Raya X (Ed. Letras Cubanas, Colección Poesía, 2004)
- Encima de chapas de refresco (Ediciones Aldabón, Matanzas, 2007)
- A propósito del Fast Track (Ediciones Vigía, 2007).
- Elocutio sine nomine. Editorial Unión. Colección Manjuarí, La Habana, 2011

En la poesía de Teresa Fornaris se atisban los signos de la incomunicación, que se convierte en el tema general de estos poemas. Dicho asunto es cavilación perpetua de la existencia humana y aquí toma la forma de lo ciego, el doblez, los ojos cerrados, el rugido sordo, la apariencia, y el cuerpo afilado y exacto –como único vestigio o trofeo de guerra–: tamiz de intensidad, maniobra anhelante.
Donde se canta la omnipotencia del solo y su alumbrada víspera la comunicación se coloca a la altura del milagro, y el aislamiento es arropado por la cercanía porque ha sabido sobrevivir en parcelas hostiles y con los mecanismos del amor. En su obra las relaciones interpersonales o amatorias son vistas como una contienda, pues lógicamente, al afirmarte como individuo labra confrontaciones, inconscientes forcejeos. Son recreados entonces el mundo abrupto de las relaciones familiares, donde siempre somos personas en espera de consuelo, lo que los otros no nos ven; la mujer, como ser despojado de su condición legítima en sus maniobras de comunicación / incomunicación con su pareja, y el azar y temblor de los encuentros amorosos. ¿Puede la incomunicación que te rodea volverte un objeto que a ella pertenece? Esta y otras preguntas se hace Teresa. El mundo se teje con los cuerpos y sentidos que aquella labra, por tanto varios textos dan razón de la pérdida de la espontaneidad, si todo se convierte en «ajustar las cuentas», y se prefiere unir las puntas vibrantes de uno mismo. Ya ha regresado del viaje semiconsciente donde persigue entregar su huella, olvidada en los abismos de la percepción.
En tales sitios el desarraigo se reinventa, y el intelecto por el impulso del dolor se vuelve sabio. Así en la pasión se palpa el desencuentro, que se labra anchuroso, y con reservas se acude al intercambio inevitable donde los signos vuelan en la atmósfera de su inutilidad. Mientras tanto el interlocutor –el amante– toma inconscientemente visos de autoridad. El yo lírico asume un abismo de poses punteando el sacrificio, donde es notable un intelectualizado y sutil erotismo, y delicados ecos de violencia. Se nos muestra el laberinto de la comunicación, el laberinto de la incomunicación, y como respuesta a ellos quien cuenta deja ver que no llegarán a conocerlo, y asume un punto defensivo, una pensada crueldad para encauzar los compases de un vínculo. Y tras de todo la incertidumbre en que termina siempre una naturaleza sentidora. Cuando esperar se vuelve incertidumbre, cuando obedeces a tu impulso pero sabes que lo que buscas no lo encontrarás. Es el temblor, la intuición de la pérdida. Quizá en la descripción de ese temblor alcance esta poesía sus puntas más logradas.
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Si también está roto, abierto por un sitio que podría ser la mitad ¿por
qué no se licua como yo? ¿Por qué chapurrea con afilamientos donde
yo pongo la carne blanda? ¿Por qué no extiende su círculo cruzado?
Superpuesto. Con dificultad. Un aro se cierra sobre otro. Colma mi
paciencia de animal inferior. De blanco proyectil. Otro pedestal sin
argumentos.
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La hora siguiente
Bajo el álamo de grises avecillas crece la espera de mi madre / su abotonadura circular el tercer espacio no resuelto inundado de imprecaciones / otros deseos Mirándonos en silencio nos preguntamos por los designios de Dios La mano con inmenso amor nos deja solas nos aplasta dispone de su larguedad horizontal sin tonos reposando sobre ondulaciones de aire que deben protegerla Tanto se dificulta la idea de «libertad» que no deseamos más que el siguiente minuto borrar las caras parcas las explicaciones infantiles los familiares de nunca en sus raros consuelos Mientras cubro su sed en breves cucharadas sobre el álamo tres pichones picotean.
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El filo del agua
Temía la estación. El andén filoso y descompuesto. Lo irreverente de la noche llegada a pleno día. La lluvia en medio. Cayendo vertical, inconmovible como columna de agua. Dejando su peso. Su paso. Un susurro constante. Temía llegar y ver la línea trunca, extrañamente blanca. ¿No lo sabía acaso? Y cierto contenido del diafragma me voló en pedazos hasta la boca. Tan aireado todo bajo la manta oscura. El chirrido de la lluvia sobre los aleros limpios del andén. El frío de los pies. ¿Y los zapatos? ¿Y el equipaje? Otro vahído del esternón que empuja. El diente de la línea amenazando la señal izquierda. No podía esperar. Salté al filo. El agua podrá desdibujarlo todo.
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El escalón se aleja en la memoria
Para LMVE
Del momento en que llegas al centro con pociones polvos de naturaleza crecida / palabras que se hilvanan en secreto gestos de compartir dolores Una cofradía a media tarde para esfumar los partos y las locuras de las faldas a menos de la mitad del muslo Una distancia elástica en las historias del té llegar a cualquier hora con el perdón anticipado el hurto infantil de verduras que luego regalabas Un hilván tras otro Un pasillo Un abanico Una pala Una gota de alcohol y la garganta a punto de cerrar Cuándo fue que sucedieron los días Cuándo ganaron los años Alguna vez trocaron las decisiones / instalaron la angustia como un blasón de miedo permanente y pegajoso Tanta vida a tu vástago La reina de los mares Caballo embarazado en otro continente Un viento de desecho Quién vendrá a explicarme el desapego la falta de empatía la rabia de ojos diferentes si fuese mi camino soltarte ver cómo tu escalón se hace más pequeño como te escapas / o me escapo en la memoria.
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