A finales del siglo XVIII y principios del XIX, se vivió una época de grandes revoluciones conocidas como las Revoluciones Atlánticas, varios ciclos revolucionarios de independencia que arrancaron con la de las trece colonias que terminarían por conformar los Estados Unidos de América. Las tensiones entre la metrópoli británica y sus colonias al otro lado del Atlántico llevaban años acumulándose, pero lo que finalmente prendió la llama fue la publicación de un panfleto titulado Common Sense (Sentido Común), escrito por un —hasta entonces– desconocido inglés llamado Thomas Paine, que terminaría por considerarse el padre de la revolución estadounidense.
Nacido en el seno de una familia protestante en Norfolk (Inglaterra), Thomas Paine (originalmente Pain), emigró a Filadelfia en 1774 con el beneplácito de su amigo Benjamin Franklin, al que conoció en Londres. Con una desafortunada vida llena de idas y venidas, accidentada en lo profesional y en lo sentimental, decidió probar suerte al otro lado del Atlántico, donde consiguió un puesto como editor de la principal revista en el estado de Pensilvania.
Comenzada ya la Revolución, y animado por el ambiente en las colonias, decidió escribir el famoso panfleto con el que, apelando al sentido común, dio un impulso vital a la causa a través de sólidos argumentos en los que se abogaba por una ruptura con respecto a la historia, y con los que desacreditaba, no solo a la indestronable Corona Británica como entidad, sino específicamente a Jorge III y a su desempeño como monarca.
El éxito fue inmediato, y su intención de alentar una postura rupturista en las colonias tuvo gran efecto. Su estilo de escritura iba de la mano de sus democráticas ideas. Empleaba un lenguaje que todo el mundo pudiera comprender, visibilizando la posibilidad de que la gente común pudiera tener facultad para opinar sobre la escena política, un espacio tradicionalmente reservado a la élite.
Frente al ánimo continuista de algunos de los otros padres fundadores, Paine supo plantar la semilla antimonárquica y generar la necesidad de una república que permitiera a las colonias decidir su destino político y administrar las riquezas que generaban. Este era uno de los principales motivos de la confrontación con Inglaterra que, para mantener su imperio, no dejaba de incrementar la recaudación de impuestos en las colonias, territorios sin representación política en el Parlamento, y por tanto, al margen de la toma de decisiones.
«La sociedad en todos los estados es una bendición pero, el Gobierno, aún en su mejor estado, es un mal necesario. En su mejor estado es intolerable porque, cuando estamos expuestos a sus miserias, nuestras calamidades se acentúan», arranca Paine en su panfleto. A lo largo de las cuarenta y siete páginas rebosan las ideas ilustradas, marcadas por la influencia de Rousseau e influenciadas por corrientes como el Realismo Escocés del Sentido Común, una filosofía que defendía que la gente corriente podía tener ideas sensatas sobre hechos políticos y que abogaba por la existencia de una inteligencia colectiva accesible para todos.
La Constitución de Inglaterra es tan extremadamente compleja que la nación puede estar sufriendo durante años sin saber dónde está el problema: algunos apuntarán hacia un lado, otros hacia el otro, y todo político aportará su propia medicina. […] Pero la Constitución se basa en dos antiguas tiranías —la del rey y la de sus aristócratas.
El ánimo del autor era el de un rupturista generacional que concibe que el mismo sentido común de cada individuo podría enfrentarse a las herencias históricas de las instituciones, idea que nunca dejó de delinear en sus múltiples panfletos. Además, Paine supo conjugar perfectamente el discurso político con el religioso: la misma posición heredada del monarca era un hecho que iba en contra de la creación de Dios, que había creado a todos los hombres por igual, lo que hacía de la monarquía la «forma de gobierno de los paganos». Bajo un rey, los hombres no podrían realizarse, y además estaban más alejados de Dios. Este discurso recorría el mundo durante los siglos XIX y XX bajo el nombre del American Dream.
«All men are created equal»
La historia de Paine como panfletista no comenzó con Common Sense. En Inglaterra, mientras trabajaba en las aduanas, ya publicó su primer panfleto —que le valió el despido– en contra de la monarquía, reivindicando las malas condiciones de los trabajadores frente a una élite que manejaba la mayor parte de la riqueza. Asimismo, a finales del siglo XVIII, Paine, afincado en Francia, perteneció al grupo de intelectuales que defendía la necesidad de la Revolución Francesa, encontrando su hueco entre los Girondinos (lo que le hizo valerse la enemistad de Robespierre). Sus publicaciones le convirtieron en un autor prohibido en su país natal, donde la monarquía vivía presa del miedo de que la Revolución llegara a la isla.
Todas las ideas recogidas en Common Sense fueron fundamentales para que Estados Unidos se conformara como el país que conocemos. Claro representante del «espíritu de su tiempo» (lo que los románticos llamaron Zeitgeist), el mayor logro de Paine fue iniciar muchas de las luchas que terminaron transformándose en derechos fundamentales en la mayor parte del mundo, especialmente en la república de la que es padre fundador: sus ideales son los ideales republicanos tan definitorios de Estados Unidos, y los derechos civiles y políticos por los que abogaban él y otros revolucionarios (la mayoría de ellos inspirados en El Contrato Social) quedaron así reconocidos.
Sin embargo, en ocasiones Paine iba mucho más allá que sus contemporáneos en la lucha por los derechos civiles, abogando por reivindicaciones como la abolición de la esclavitud o la necesidad de un ingreso mínimo vital, ideas reflejadas en la Declaración de la Independencia del 4 de julio: all men are created equal («todos los hombres son creados iguales»). Incluso se granjeó la enemistad de otros revolucionarios al declarar en otro escrito, Justicia Agraria, que la tierra al oeste de las trece colonias era propiedad de todos y no sólo a las familias ricas (a las que pertenecían la mayor parte de padres fundadores).
La fama de Paine creció a ambos lados del Atlántico, aunque hizo que muriera en soledad. El Common Sense fue su bandera y nunca dejó de luchar por ella: lo que comenzó este panfleto no solo dio lugar al país que Estados Unidos es hoy, sino que construyó un legado sobre el cual muchos otros han podido asentar y apoyar sus ideas para diversas luchas, siendo citados, tanto obra como autor, por parte de demócratas, liberales, republicanos, feministas… e incluso Abraham Lincoln. El Common Sense se construye como la fuerza individual que empuja a participar de la vida pública y política, a luchar contra la inercia de la historia y la costumbre, algo que Thomas Paine hizo en cada panfleto.
***
Tomado de Ethic.
Visitas: 45
Deja un comentario