Innegable y más que centenario es el vínculo entre Matanzas y la buena literatura, quizás por aquello que Urbano Martínez intuye como «influencia de la geografía en el espíritu humano» y que llevó a Carilda Oliver a llamarla en sus versos «la postal exacta de mi corazón».
Una docena de esas postales conforman Todo lo demás es humo. Los escritores hablan en una suerte de álbum de familia de las letras matanceras, partiendo de la propia Oliver.
Si revisamos su índice, también encontramos al biógrafo Urbano Martínez; el recordado poeta y traductor Juan Luis Hernández Milián; el poeta Alfredo Zaldívar, Premio Nacional de Edición; Laura Ruiz Montes, poeta, ensayista, traductora; Ulises Rodríguez Febles, dramaturgo y novelista; Rubén Vázquez Pérez, autor de referencia en el género policial; Israel Domínguez, poeta y traductor, también ligado al teatro; Maylan Álvarez, periodista, poeta; Leymen Pérez, poeta y editor; Daneris Fernández Fonseca, narrador e historiador; y el joven Raúl Piad, creador de universos. Todo un siglo de literatura. Y más, todo un siglo de Historia del Arte, de Historia, que va más allá de Matanzas.
Tras la alegre cubierta de galas tipográficas que diseñó Johann Enrique Trujillo, más que leer, podemos contemplar autorretratos de diversas tendencias firmados al pie. Desde ellos, emergen retratos de otros, paisajes, abstracciones, en una serie de imágenes superpuestas, una de esas experiencias inmersivas a que convidan las artes de hoy.
En las 130 páginas de Todo lo demás es humo…, se entretejen vidas y libros, reflexiones y anécdotas, lecturas, procesos creativos y cotidianidad, conformando un valiosísimo testimonio coral, una entrevista a la literatura matancera.
Con Norge, los escritores hablan sobre poesía, narrativa, traducción, biografía, edición, historia, periodismo, teatro, oralidad, libro digital, la lectura pública y su performance, influencia de las artes escénicas, y esos mundos paralelos de la edición, el diseño, concursos y festivales, que inquietan a este concilio de autores que —como ha escrito Yunier Riquenes— «forma parte activa del corpus de la literatura nacional desde Matanzas».
De los muchos tipos de entrevista, ninguna es fácil o sencilla. Tampoco en este caso, donde todos son amigos, o personas cercanas al entrevistador. Ese sesgo de perspectiva que trae la intimidad es uno de los retos que templó la escritura, porque este libro contiene un décimotercer autor, una suerte de padre sabio o relator omnisciente que es el propio Norge.
Hay que pensar que no se trata de una sola entrevista, sino de todo un libro que exige unidad de estilo, de intención, donde se debe velar por las reiteraciones, el orden interior, por la homogeneidad en la escritura, por la concordancia (o no) de historias coetáneas, todo dentro del respeto a la identidad personal y literaria de estos doce autores que redactaron sus respuestas «de su dedo y tecla».
Y ahí es donde Norge vuelve a lucir sus artes y oficios. Porque Todo lo demás… tiene el mérito rarísimo de nacer «preeditado», con balance de voces, géneros literararios, temas, a partir del conocimiento y la investigación del autor, quien buscó iluminar ciertas zonas creativas y aligerar otras en función del equilibrio general.
Memorable por los testimonios que contiene, lo es también como obra literaria en sí, en ese arriesgado género de fronteras entre literatura y periodismo que es la entrevista. Cuando lo leo, vuelve a mí el recuerdo de otro título, Entrevistas con la historia, libro con el que él y yo aprendimos sobre este género adictivo (él más que yo). Estas, a no dudarlo, son también entrevistas con la historia: con la de la literatura matancera. Una aventura editorial. Una lectura grata. Tesoros de literatura y vida que disfrutamos cuando los escritores hablan.
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