El escritor español Gonzalo Torrente Ballester recibió en 1981 el Premio Nacional de Literatura, el Príncipe de Asturias de las Letras en 1982 y el Miguel de Cervantes de Literatura en 1985 (primer novelista español en ganarlo). En 1987 la Universidad de Salamanca le otorgó su doctorado Honoris Causa, un año después lo hizo la de Santiago de Compostela y la de Dijon, en tanto la República Francesa lo nombró Caballero de Honor de las Artes y las Letras. También ganó el Premio Planeta 1988 con la novela Filomeno, a mi pesar y el Azorín en 1994 por su obra La novela de Pepe Ansúrez. Recibió en 1990 el premio Libro de Oro de la Confederación Española de Libreros, y se le concedió la Medalla de Oro al mérito cultural de Santiago de Compostela. Aunque la relación de sus lauros no es completa, sí ilustra acerca de cuán reconocido fue en vida el hacer literario de un autor que escribió novelas, cuentos, ensayos, teatro, guiones de cine…
Hijo Predilecto de Ferrol, su ciudad natal, desde 1983, e Hijo Adoptivo de Salamanca desde el año siguiente, en el 2000 se develó su estatua en el Café Novelty de la Plaza Mayor, en la ciudad de Salamanca.
Don Gonzalo arribó a Cuba en noviembre de 1992. Durante su estancia recibió diversos homenajes de las instituciones culturales cubanas, estrechó nexos con la Universidad de La Habana, Casa de las Américas, la UNEAC, así como con colegas y profesores. Se entrevistó con la poetisa Dulce María Loynaz, con el presidente Fidel Castro y el día 26, en el Aula Magna, la Universidad de La Habana le entregó el título de Doctor Honoris Causa.
«La literatura cubana la conocí temprano; ya en los años 30, 40 y 50 leí a Nicolás Guillén, Marinello, Lezama, Carpentier, Novás Calvo y, por supuesto, a mi amigo Félix Pita Rodríguez, de quien había leído más que él de mí, pues sus poemas y cuentos me llegaban a casa».
Preguntado acerca de qué pensaba de la vida a los 82 años, ofreció una respuesta inteligente:
La vida no me ha tratado ni muy bien ni muy mal. No tengo rencores ni la memoria anclada en el pasado. No soy como otros viejos que viven mirando hacia atrás. ¿Planes? No los hago, pues nunca los cumplo. Sigo hacia delante. No rechazo experiencias nuevas. Y vivo.
Waldo González López, Bohemia, edición del 11 de diciembre de 1992.
Nació el 13 de junio de 1910, e hizo estudios de bachillerato en La Coruña. En 1935 se licenció en Historia por la Universidad de Santiago de Compostela. Por recomendación de un sacerdote cuya intención era resguardarlo de la violencia fratricida que se vivió en la Guerra Civil española, se afilió a la Falange (fascista nacionalista) y se vinculó con los intelectuales seguidores de esa corriente.
De 1943 data su primera novela. Escribió relatos y se adentró en el periodismo impreso y en el radial. Invitado por la State University of New York, en Albany, Nueva York, llegó a Norteamérica en 1966, donde se dio a conocer en los medios académicos de ese país y dio un nuevo rumbo a su vida, hasta 1973, cuando abandonó la docencia para regresar a España. Dos años después, era miembro de la Real Academia Española.
La relación de las novelas de Torrente Ballester incluye títulos de vasta difusión: la trilogía Los gozos y las sombras (1957-1962), Don Juan (1963), Off-side (1969), Fragmentos de Apocalipsis (1977), La isla de los jacintos cortados (1980)… Hasta 1999, año de su deceso, se mantuvo publicando nuevas novelas. Murió en Salamanca a los 88 años, el 27 de enero de aquel año.
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Crónica incluida en el libro La Habana, un buen lugar para escribir, de Leonardo Depestre Catony, publicado por Cubaliteraria Ediciones Digitales.
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