Texto en colaboración con Jesús Martínez Beatón quien ha sido en varias ocasiones embajador de Cuba en Colombia.
La gratitud de Maceo y el destino de una espada
El Partido Liberal envió a Rafael Uribe a Centroamérica hacia julio de 1898, tenía la misión de emprender gestiones a favor de una nueva guerra. Según Eduardo Santa,[i] Uribe recibió en San José de Costa Rica, la espada que le fue enviada por el general Antonio Maceo antes de su muerte. Maceo, conmovido por las noticias que le llegaron en la manigua de la defensa que hiciera Uribe Uribe al reconocimiento a la gesta independentista de los cubanos en el congreso colombiano, decidió hacerle llegar ese simbólico obsequio. Transcurrió un tiempo desde que Maceo tomara la decisión de enviarle esa arma como muestra de gratitud al momento en que Uribe Uribe la pudo recibir. Fue el propio Uribe quien, en un histórico discurso ofrecido en Barranquilla apenas llegó de Centroamérica, dejó testimonio de estos hechos: «La significación de mi regreso no es oculta, y él os dirá mi melancolía y desesperanza. Nunca creía volver a Colombia bajo la Regeneración sino en armas para combatirla. Tuve la legítima ambición de no dejar ocioso en mi mano el machete de Maceo, sino esgrimirlo por la Libertad, que fue a lo que lo tuvo acostumbrado el férreo brazo del héroe que tantas veces lo blandió».[ii]
En el Boletín Historial del 19 de octubre de 1942 del Centro de Historia de Mompox, Rafael Thomas, quien participara en la batalla por la toma de Magangué en las filas conservadoras, publica un documento titulado El combate de Magangué en el que describe con todo lujo de detalles lo que fue esta importante acción tenida lugar el 22 de septiembre de 1900. Refiriéndose a ese episodio histórico, utiliza el testimonio de varios combatientes liberales respecto a una advertencia utilizada por Uribe al momento de proceder a la detención de sus rivales.[iii] La frase donde los amonestaba reciamente la reproduce Thomas en estos términos:
Y al primero que se meta con un prisionero, le hiendo la cabeza con este machete; y el general, a tiempo que se expresaba de este modo, con un ademán de balanceo en las delgadas piernas que debió serle característico, sacó de la vaina un arma entre sable y machete, un tanto mohosa y que es fama le fue donada por el héroe cubano General Maceo.[iv]
Sobre la suerte que corrió esta arma blanca de Uribe, Thomas precisa que la portaba cuando concluyó sus operaciones militares en el Departamento de Bolívar. Al respecto refiere lo siguiente: «Es muy probable que el sable, espada o machete que conserva en Magangué la familia Meola, procedente del general Uribe Uribe, sea la misma arma con que este dirigió el combate que describimos sucintamente. Nos han informado que el General la estuvo usando hasta que concluida la campaña de Bolívar salió del Departamento».[v]
Este es un testimonio de una tremenda fuerza, por haber llegado a nuestros días de la pluma de un sobreviviente de estos episodios, quien era un riguroso historiador que se ajustó al precepto ciceroniano de que «La primera ley que un historiador debe observar, es no atreverse a decir nada falso y atreverse a decir todo lo cierto, evitando así la sospecha de parcialidad en pro o en contra. Ni favor ni desfavor…».[vi]
Luego de la batalla de Magangué, Uribe no pudo coronar con éxito la campaña de la Costa. Los refuerzos de sus enemigos, lo hacen desplazarse a Corozal perseguido y hostigado por el general Pedro Nel Ospina. Luego reaparece en Riohacha, donde se entrevista con el general Gabriel Vargas Santos y después viaja a Venezuela y Centroamérica.
En Galapa, entre Sinú y Riohacha, permaneció oculto durante varias semanas para no ser prendido y allí fue acogido por un emigrante de origen italiano llamado José Meola, que le ofreció protección y apoyo para que pudiera seguir su camino. Como muestra de gratitud, antes de partir, «Uribe le entrega a Meola la espada de Maceo, no sin antes advertirle que había pertenecido al héroe de la independencia de Cuba. Con el tiempo, Don José Meola se fue a vivir a Magangué y allá llevó la espada, donde aún es conservada por sus descendientes».[vii]
Los ecos de la historia legendaria relativa a la espada que Maceo le obsequiara a Rafael Uribe Uribe se mantuvieron en el imaginario colombiano por muchos años. De 8 de julio de 1984 es una crónica que refiere la conversación en un avión entre su autor, el escritor Antonio Abello, y el entonces candidato presidencial Otto Morales Benítez. Al sobrevolar Magangué, Abello le indicó a Morales «que en ese antes tan importante puerto y hoy tan olvidado lugar, reposaba la espada del general Antonio Maceo y Grajales». Refiere Abello que le debió aclarar al candidato presidencial «que no se trataba de ningún cuento con sabor macondiano sino de una escueta pero tropical verdad».[viii]
Una reliquia familiar
Raúl Meola López, es una persona que inspira confianza a primera vista, de palabra firme y segura, conquista a sus interlocutores con su testimonio que no es apasionado, pero sí apasionante por la grandeza de las figuras que involucra y la trascendencia de los hechos transmitidos de una generación a otra. Desde su abuelo hasta él, Meola nos narra y pone en antecedentes del culto que su familia siempre le tuvo a la espada que les dejó Rafael Uribe Uribe: «Yo no puedo asegurarle que esta sea la espada o machete, que Maceo le envió a Uribe Uribe, pero de lo que sí estoy seguro, es de que es la de Uribe Uribe le entregó a mi abuelo con su palabra de que la había recibido del gran patriota cubano».[ix]
Vivencias familiares se asocian a ese trofeo guerrero, donde están presentes la tradición histórica de los héroes que originalmente lo enarbolaron y el civismo de la estirpe de los Meola quienes con sumo cuidado lo han conservado hasta nuestros días:
Realmente, la primera vez que yo reparé en la existencia de esta espada en mi casa, fue cuando tenía unos diez años, que jugaba con mis hermanos y mi padre nos advirtió sobre el cuento de que mi abuelo la había recibido de Uribe y este le había dicho que Maceo se la había enviado. A mí eso no me decía nada, pues no sabía ni quién era uno ni quién era el otro. Luego estudié, me interesé por el tema, cada vez me encontraba más obligado. Descubrí a Uribe Uribe, conocí la dimensión de Maceo y empecé a tomar en serio el cuento de mi padre. Cerca de veinte años estuvo la espada en un barril de aceite esmeril, para que nadie se la llevara y para que se conservara.
Mi abuelo y mi padre eran gentes muy respetadas y reconocidas en el pueblo. En el año 30 mi papá con 22 años fue alcalde. Había un gran aprecio por la palabra.
Por mucho que me lo he cuestionado durante muchos años, no he encontrado ninguna razón para que mi abuelo hubiese inventado estos episodios.
Esta es una historia que yo he tenido congelada. No sé si es el espíritu de mi padre o de mi abuelo, que me impulsaron a sacar este testimonio a la luz pública, conservada por tres generaciones desde mi abuelo José Meola, mi padre Gerardo Meola y ahora yo.[x]
La espada originaria del general Antonio Maceo, todo un preciado objeto histórico, es expresión de los vínculos que han unido a los americanos en sus sueños de construir una América Latina libre. Ellos ayer perseguían el objetivo de fundar patrias soberanas como mismo hoy procuramos que aquella «Nuestra América» que conceptualizó José Martí, se mantenga unida, «como la plata en las raíces de los Andes». El destino de esa arma redentora pudiera ser Cuba porque fue acá donde Maceo por primera vez la empuñara, motivo por lo cual Uribe Uribe se sentía orgulloso de blandirla. En ese propósito también coincide la familia Meola:
Lo que yo creo es que esto es más una representación histórica de Cuba que de Colombia. El homenaje que le hiciera Maceo a Uribe Uribe, con el envío de esta espada es histórico. Para los cubanos, Maceo es un prócer de la Revolución. Entonces si el gobierno colombiano, no ve ningún inconveniente, con mucho gusto yo le entrego esta espada en Cuba. Mal haría yo que después de casi un siglo de custodia por mi familia, no viaje a conocer la isla. Si es posible, se la entregaría a Fidel, porque es nuestro mayor deseo que la espada esté en poder del pueblo cubano. Admiro mucho ese país que es digno, que tiene honra, que tiene orgullo y que se gobierna por sí solo. Ese es el verdadero destino de esta reliquia.[xi]
[i] Santa, Eduardo: Ob. Cit.
[ii] Ibidem. Nota: En esta cita Uribe clasifica esa arma como machete, entendemos que pudo haber utilizado ese término para darle mayor fuerza a su discurso, pero bien pudo tratarse de una espada. Maceo era más conocido por sus cargas al machete y esto pudiera haber provocado se utilizare como denominación en esa oportunidad.
[iii] Las anotaciones que Rafael Thomas refirió haber utilizado para reconstruir este acontecimiento histórico fueron las de los testigos de esos hechos, Domiciano Manrique B. y Rafael E. Quintero además de «apuntes y recuerdos propios». Ver: Thomas, Rafael (1942) Boletín historial de Mompox. Oct. 19 de 1942 p. 63.
[iv] Thomas, Rafael (1942) Boletín historial de Mompox. Oct. 19 de 1942 p. 37. Nota: Los testigos de los hechos identifican el arma como «entre sable y machete» sin lograr una precisión definitiva. Ellos ratificaron que Uribe prefería llamarlo machete con lo cual es posible pretendiera rememorar las heroicas cargas al machete de los mambises cubanos.
[v] Cuando Thomas se refiere a «la campaña de Bolívar» se trata del Departamento de Bolívar en Colombia. En cuanto al arma blanca podemos apreciar que Thomas no pudo verificar su tipo, aunque no excluyó se tratara de una espada. Ver: Thomas, Rafael: Boletín historial de Mompox. Junio 31 de 1942, p. 64.
[vi] Thomas, Rafael: Boletín historial de Mompox. Oct. 19 de 1942 p. 64.
[vii] Alemán Zabaleta, Carlos: La espada de Maceo. En: El Heraldo, 28 de enero de 1997.
[viii] Abello, A. (1990). La espada de Maceo aparece en Magangué. En: Itinerario de un desastre. p. 353.
[ix] Entrevista de Jesús Martínez Beatón a Raúl Meola López en Magangué, Colombia. 24/03/97.
[x] Ídem.
[xi] Ídem.
Visitas: 147
Deja un comentario