Como su título lo indica, cada tres meses vio la luz Trimestre, entre enero y marzo de 1947 y octubre-diciembre de 1950. Fue dirigida y editada por el notable historiador Ramiro Guerra Sánchez, ya por entonces autor de una enorme bibliografía sobre problemas y figuras de la historia de Cuba. Se hizo acompañar para emprender su labor de lo que denominó «consejeros de la revista», que respondieron a los nombres de Gustavo Pittaluga, el general Manuel Piedra Martell, autor del emblemático libro Memorias de un mambí (1966), Mariano Miguel, Amador Guerra y Sánchez, Hilario González Arrieta, Gabriel Piedra, Ramiro Guerra Debén, Rogelio Niz Sierra, Víctor Santamarina, Emilio Fuentes, José Carreño y Juan Savary.
En el editorial aparecido en el primer número su editor expresaba que era propósito de la publicación: «Contribuir modestamente a ofrecer una aportación al desarrollo de la cultura nacional y al esclarecimiento y la solución de otros vitales problemas de nuestro país en nuestros días».
Aunque predominaron trabajos de carácter económico, político, científico e histórico, los hubo también de tono literario y sobre artes plásticas y también dio a conocer poemas y cuentos. Asimismo mantuvo una sección fija donde se reseñaban los últimos libros y folletos publicados. Historiadores, pedagogos, narradores, geógrafos, poetas y periodistas colaboraron en sus páginas: Medardo Vitier, Francisco Ichaso, Ernesto Fernández Arrondo, Juan J. Remos, Víctor Agostini, María Teresa Freyre de Andrade, José María Chacón y Calvo, Agustín Acosta, Loló de la Torriente, Luis Rodríguez Embil, Marcelo Pogolotti, Julio Le Riverend, Rafaela Chacón Nardi, Salvador Massip, Enrique Gay Calbó, Manuel Isaías Mesa Rodríguez y Herminio Almendros.
La suspensión de la revista obedeció a tener que realizar su director otros trabajos, tales como la Historia de la nación cubana (1952), de la cual fue coordinador general y colaborador y el segundo volumen de su obra colectiva Guerra de los Diez Años (1950-1952).
Uno de los narradores cubanos más asiduos a las páginas de Trimestre fue Lino Novás Calvo, que aportó títulos como su cuento «Mi hermana Laurita y nosotros», que nunca recogió en sus libros, que si bien no es de sus cuentos de mayor alcance literario, recoge una historia de notable interés humano. De María Teresa Freyre de Andrade publicaron trabajos sobre bibliotecología, especial de la que fue experta de reconocimiento internacional, de Le Riverend varios artículos sobre historia colonial cubana y de Acosta algunos poemas, como el titulado «Torno a la luz», de suave sonoridad:
Torno a la luz secreta de tus ojos sagrados,
de tu mirada buena, de tu llanto de ayer…
Surges, entre mis viejos amores olvidados,
solo por tu inefable ternura de mujer.
Cómo se ha marchitado mi corazón que un día
se dio fragante y puro a tu imposible amor…!
Si lo viera tu alma lo reconocería
solo porque tú vives en él hecha dolor.
Cuándo dejé de verte? Cuándo, mi vida, cuándo?
No oyes en estos versos algo que está llorando?
—Un temblor que solloza, un dolor sin enojos—,
Me verás en tu viejo recuerdo todavía?
Yo soy aquel que un día vio la gloria en tus ojos
y no ha podido nunca olvidar ese día…!
Si bien las múltiples ocupaciones del historiador por excelencia que fue Ramiro Guerra le impidieron continuar con este esfuerzo revisteril, Trimestre, repasada hoy, atesora en sus páginas el interés de aquellos años por parte de una intelectualidad deseosa de enfrentar nuevos retos, de llevar adelante proyectos como este, que si bien de corta duración, sirvieron para mostrar la dinámica de una época afanosa de perpetuar nuestra esencia como nación.
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