La historia es muy conocida. Luego de la caída del campo socialista, grupos de cubanos exiliados en La Florida organizan y realizan actos de sabotaje y terrorismo contra Cuba. Entonces, la dirección de la Revolución preparó un equipo de agentes del G 2 y los infiltró en dichos grupos con el fin de detectar, impedir y desenmascarar las actividades bélicas del enemigo, que llegaron hasta planificar actos de terrorismo en el propio Estados Unidos, con el objetivo de culpar a la Isla y provocar una invasión .
El libro, con un ameno lenguaje literario, propicia que el lector no pueda desprenderse de su lectura una vez comenzada la misma. Narra con realismo las vicisitudes que un recluso, condenado supuestamente por un delito político al ser incluido en una población penal en que la mayoría de sus miembros son elementos con serios antecedentes penales. Ello permite que se sucedan acontecimientos de distinta índole, algunos positivos para el autor, como pueden ser determinadas recepciones de los cubanos ubicados en las prisiones o el trabajo de solidaridad hecho no solo por los cubanos de la Isla, sino también por muchos norteamericanos que simpatizaban con la causa de los detenidos.
No faltarán los acontecimientos negativos, propiciados por la violencia permanente y excesiva que se respira en dichos centros por la acción de las mafias que se disputan el poder dentro de la comunidad presidiaria, así como las injusticias y las violaciones de los derechos más elementales de los presos, realizadas por algunos guardianes y otros funcionarios con poder.
Esta historia por sí sola hace atrayente la lectura, pero tambien notaremos narraciones colaterales que pueden resultar interesantes para un grupo determinado de lectores cubanos y de otros países. En la Isla generalmente conocemos muy poco del funcionamiento del sistema penitenciario de los Estados Unidos, nación del primer mundo, hoy considerada la más poderosa del planeta, y que se declara el gran defensor de los derechos humanos. Verá entonces el lector en este texto las luces del sistema, porque tiene luces y a veces muy interesantes. Mas tiene también grandes sombras, que hablan por sí solas. Historias de cómo se violan constantemente los derechos más elementales, cómo los reclusos muchas veces son considerados seres indignos de condiciones básicas para vivir. Las prisiones en USA, lejos de tener y querer tener un sentido reeducador, logran destruir al ser humano, convertirlo en un monstruo muchas veces irreversible a partir de condenas absurdas como pueden ser dos o tres cadenas perpetuas.
Solo faltaría que en el frontispicio de estas instituciones se colgara el mismo cartel que Dante Alighieri detalla ubicado en la Puerta del Infierno de su obra clásica La divina comedia que dice: “Perded toda esperanza los que entráis”.
Al público cubano en particular le recomiendo la lectura de Hombre del silencio. Diario de prisión, porque sé que a la mayoría los va a marcar con una señal indeleble para toda la vida. Y les confieso que estoy completamente seguro de que este texto va a tener un éxito extraordinario entre nuestros lectores.
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