Suelen pasar inadvertidos en Cuba libros de subido interés. Es el caso de Capítulos de una historia de amor. Místicos del amor, del reverendo Adolfo Ham Reyes (1931), presbítero de la Iglesia Presbiteriana Reformada de Cuba, Ham es asimismo un hombre vinculado con el ecumenismo revolucionario, por años ha vinculado la fe en Cristo con la Revolución cubana, por lo que ha tenido una labor de praxis social más allá del ámbito de su congregación religiosa. Hombre de espíritu ancho y de una sed de sabiduría tan intensa, que bajo el ala de un magisterio ya cimentado, aún frente a su noventa aniversario sigue buscando información, asimilando y discutiendo como si fuera un joven afanoso investigador.
En unas ciento setenta páginas de textos netos, Ham aplica dos métodos expositivos para su fin: la referencia y citas de otros autores, su propia reflexión y la directa fuente de los místicos que trata, a saber: santa Rabiá de Basra («la sierva del amor»), Jalal-al-DinRumi («el astrolabio del amor divino»), SantKabir («el tejedor del sublime amor»), santa Teresa de Jesús («el amor que da valor a todas las cosas»), san Juan de la Cruz («la llama del amor»), JacobBoehme («el apóstol del amor»), Rabindranath Tagore («la alegría y la belleza del amor»), Simone Well («el amor como solidaridad plena»), y Ernesto Cardenal (el amor radical y revolucionario). Cuánta erudición tratada como para andar en casa, como para embebernos en las ideas matrices, motrices de estos diversos místicos, casi todos poetas en diversos grados, que Adolfo Ham nos evoca como si nos abriera las puertas hacia su redescubrimiento.
En la presentación del libro, el reverendo Raimundo García Franco le da las gracias a Ham por este libro que, según la nota de contracubierta está: «dirigido a los lectores evangélicos que desconocen el tema». Está editado por el Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo, de Cárdenas, Matanzas, pero el libro rebasa con mucho el uso de fe, eclesial o para seminaristas. Ham explica la que él supone «Razón de ser de libro» como lectura para amigos, «preferentemente de formación evangélica», pero para los no iniciados y los lectores de poesía él ofrece asimismo una obra singular. A los neófitos les explica «¿Qué es la mística?», pero luego el contenido del libro es un paseo por el mundo de la fe y de la revelación, de laimaginación mística y de la adoración que ello implica, y para todo lector aclara que es «El amor en la mística». De la primera pregunta sintetiza, la mística es: «a) una intensificación de la conciencia más allá del umbral normal; b) un sentido de certidumbre; c) claridad; d) inefabilidad; y a veces, e) un cambio de personalidad» (pág. 15). Con la segunda pregunta teje un breve tratado que reviste historia de la mística en sus textos fundamentales, su relación con la teopoética y desemboca en un apartado sobre «Mística y acción», viéndola no solo desde el perfil contemplativo que ella comporta.
Llama Sierva del Amor a Rabiá al-Adawiyya al-Quasiyya, mujer virtuosa por excelencia del mundo del sufismo y que ya había dejado estela de su obra en la Europa del siglo xiii. La fama de sus milagros alcanza a nuestros días. Su matrimonio divino fue consciente, y trató del amor por el amor mismo, sin otra búsqueda que un bello desinterés que anticipó a la santa de Ávila cuando afirmó: «Oh Dios, si te adoro por temor al infierno, quémame en el infierno, y si te adoro por esperanza de tu paraíso, exclúyeme delparaíso, pero si te adoro por ti mismo, no me prives de tu belleza eterna».
Otro gran islamita, del mundo del sufismo, fue Jalal.al-Din Rumi, a quien Ham llama «Astrolabio del Amor Divino». Influyó poderosamente sobre la poesía sufista, pero Rumi fue un poeta universal que desbordó el siglo xiii en que vivió. En su famosa «Controversia religiosa» dice en bella parábola: «Los largos serpenteos del sendero, los pasos montañeses, el precipicio, los bandidos que lo infectan, anuncia la grandeza de la meta del viajero». La meta, el encuentro divino, es gloriosa, pero el camino para llegar es arduo durante la vida, difícil, lleno de obstáculos y pasos peligrosos. Rumi también sustentó la idea del «amor por el amor», sin otro interés que el amor mismo, porque Dios es amor aunque esté más allá del amor mismo. Dentro del libro de Ham, es el capítulo más extenso y en el que incluye mayor cantidad de textos originales, quizás porque Rumi, considerado el mayo poeta del sufismo, dejó escritos imperecederos muy difundidos.
Kabir es otro de los místicos asiáticos que influyó de manera notable entre los cristianos pero sobre todo en el hinduismo. SantKabir fue, según Ham «el tejedor del Sublime Amor». Parece que fue un poeta oral, pero gran parte de sus creaciones fueron transcritas porque muchos fueron creados para ser memorizados. Respecto del amor, dijo: «el amor es el que nos hace ver más allá / y más allá del más allá». Para él toda loa creación es música. Ham cita numerosas ideas y versos de este gran místico que llegó a influir sobre Gandhi y Rabindranth Tagore.
Los estudios breves y profundos de santa Teresa y de san Juan de la Cruz son una real introducción, un llamado de atención de los muy estudiados santos y místicos españoles. Ham trabaja aquí frente a una bibliografía abrumadora y logra una síntesis propia de un profesor en sus funciones. El «solo Dios basta» teresiano y la apasionante «noche oscura» del santo pensador, muestran el ritmo vital sobre el amor de ambos, abrazados en el libro de Ham como dos fuegos del acercamiento a su Dios, para Quien tienen el alma abierta. El Cántico espiritual es uno de los más bellos encuentros con lo divino de la literatura universal.
Quizás menos conocido en los avatares de la mística Jacob Boehme, encabalgado entre los siglos xvi y xvii, fue un iluminado de su tiempo, ligado al saber de su época y a la filosofía cristiana. Sustentó la renuncia material, el paso hacia Dios por la superación del yo, la muerte redentora para el encuentro con el Dios viviente.
Tras «salir» en el libro del Cercano Oriente, atravesar España y pasar por Alemania, Ham nos devuelve a Asia con Rabindranath Tagore, extraordinario poeta, del cual describe su teoría sobre el amor y su cercanía de pensamiento con lo Divino. Su obra en prosa y verso ha sido muy divulgada en Occidente, por lo que quizás sea el más conocido de entre los místicos que presenta Adolfo Ham en su libro. En un mundo contaminado cada vez más, Tagore es un poeta ecológico, un autor que ve en el amor por la Tierra un modo de adorar a Dios. Busca la belleza a través de la obra de arte, que exalta al ser humano al rango de creador y sostiene una idea capital: el mal es la imperfección.
Una mujer extraña pero iluminada, Simone Well, suerte de profeta de la justicia dentro de la vida social amante de los desposeídos, quien llegó a escribir que: «La revolución implica no simplemente una transformación económica y política, sino también una transformación técnica y cultural». No creyó que ningún pueblo fuera particularmente «elegido» por Dios, sino que toda la humanidad se hallaba hermanada en Su resplandor. Un Dios-no-presente deja a los seres humanos en libertad de acción, pero «Su compasión es la presencia visible de Dios aquí abajo.
Adolfo Ham cierra su libro con un místico que puede parecer insospechado para mucho: Ernesto Cardenal, el monje trapense nicaragüense que alcanzó a ser un gran poeta y un sincero revolucionario, razón por la cual halló recelo desde el Vaticano. Cardenal pensó que un verdadero místico se enfrenta a la praxis social, y no solo a la meditación, se sumó a la lucha por la construcción de una sociedad más justa, y es quizás el único de los místicos que se sumó al poder en una plaza ministerial (cultura) dentro de un gobierno revolucionario. Para él la naturaleza es como una sombra de Dios. Cardenal, quien murió casi centenario, no alcanzó los grandes premios que los seres humanos inventamos para exaltar nuestro propio ego de especie. Él solo dejó tras de sí una obra poética considerablemente elevada y un deseo de ver al ser humano construyendo el paraíso en la tierra.
Y Adolfo Ham se place en su libro de exaltar el camino menos explorado de la mística: el de su influjo en la transformación social. Para ello, el autor recurre a la constante citas de expertos en mística y de los propios místicos que él subraya. De modo que obtuvo un libro erudito que se lee como una lección de fe, como un texto de divulgación científica o como una obra que quiere la comunicación con todos los lectores posibles, y no solo con el mundo de los hombres y mujeres evangelizados. Libro rico, que pone la erudición a la lectura de nuestros ojos, Capítulos de una historia de amor. Místicos del amorme ofreció lectura grata, y me hizo escuchar la voz de sabio detrás de sus páginas.
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