
A propósito de las conmemoraciones por el 155 aniversario de nuestra Guerra de Independencia, iniciada el 10 de octubre de 1868, y en la soleada tarde de este jueves 12 de octubre, la librería Fayad Jamís en su habitual espacio «El elogio oportuno» nos convocó a conversar sobre la historia de la nación cubana en el siglo XIX y sus imprescindibles figuras.
De la mano de su anfitrión, Fernando Rodríguez Sosa, y desde las voces y miradas de Pedro Pablo Rodríguez —Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanísticas y Premio Nacional de Historia—; el investigador, crítico de arte, poeta y profesor Rafael Acosta de Arriba y de Roberto Méndez —Doctor en Ciencias sobre Arte y Miembro Correspondiente de la Academia Cubana de la Lengua desde 2006 y Miembro de Número en 2009—, se abordaron diversas aristas sobre nuestra heroica gesta de liberación nacional.
El conductor del espacio reconoció con especial gratitud a Lázaro Mora Secade, vicepresidente de las Secciones de Cultura y de Ciencias Sociales de la Sociedad Económica de Amigos del País —que coauspicia junto a la Fayad Jamís el espacio—, y agradeció al público en general.
El primero de los invitados, el historiador, ensayista, profesor y jefe del equipo de investigadores de la Edición crítica de las Obras completas de José Martí del Centro de Estudios Martianos, Pedro Pablo Rodríguez, hizo referencia a las causas económicas y socio-históricas que provocaron el estallido de la guerra el 10 de octubre de 1868 en La Demajagua, con la figura cimera de Carlos Manuel de Céspedes. Sin embargo, a través de sus palabras, rindió culto también a otras personalidades que, a pesar de divergir en sus posiciones políticas o ideológicas, matizaron y enriquecieron nuestros ideales revolucionarios y conformaron nuestra identidad como nación: Francisco Arango y Parreño, Domingo del Monte, Joaquín de Agüero, Francisco Vicente García Aguilera, Ignacio Agramonte, entre otros; y el realce indiscutible de nuestro Héroe Nacional José Martí. Ratificó la conciencia independentista y la grandeza de los ideales patrióticos de Carlos Manuel de Céspedes, y el carácter decisivo de sus acciones para la independencia de Cuba, que bien le ganaron el sobrenombre de El Padre de la Patria.
La participación del doctor en Ciencias Históricas, director de las revistas de la Biblioteca Nacional «José Martí» y Bimestre Cubana, Rafael Acosta de Arriba, giró sobre sus acuciosas investigaciones como «cespediano» o apasionado estudioso de la vida y el pensamiento de Carlos Manuel de Céspedes. Tomó como punto de partida la reedición de su libro Los silencios quebrados de San Lorenzo, publicado por Ediciones Boloña, donde se incluyen nueve textos que no aparecieron en la de la Editorial Abril. Reconoció su marcado interés por el pensamiento de Céspedes, pues desde sus primeros estudios comprendió que había sido poco ahondado y que justamente la gesta del 10 de octubre de 1868, había permitido visibilizar un pensamiento que ya estaba maduro y estructurado. «Era el único que tenía condiciones de estadista» —aseveró.
Entre las preguntas del anfitrión y las respuestas de Acosta de Arriba, vislumbramos algunos de sus intereses: aun quiere escribir la biografía del prócer; está enfrascado en la relación de Céspedes con el político y general catalán Juan Prim, «pues no hay un solo documento que pruebe que fueran amigos» y sus reclamos para que nuestros medios divulguen más la obra de Céspedes, definiéndolo con la rotunda y conocida afirmación hecha por Eusebio Leal: «Carlos Manuel de Céspedes, piedra angular de la historia de Cuba».
Por otra parte, el escritor, ensayista y crítico de arte, Roberto Méndez compartió sus reflexiones a la hora de escribir su libro Guerreros y desterrados. Poesía patriótica cubana del siglo XIX, publicado por la Editorial Letras Cubanas y a pedido de la Academia Cubana de la Lengua para honrar el aniversario de nuestra primera gesta independentista de 1868. Aclaró que este volumen tiene como fuente a la «insustituible» antología Los poetas de la guerra, aparecida en 1893 en Nueva York y prologada por José Martí con la ayuda de Gonzalo de Quesada y Fernando Figueredo. Confesó que su mayor desafío había sido abordar el concepto de «poesía patriótica», pues antes solo se habían recogido a los independentistas, pero su intención había sido ampliar el espectro a distintas maneras de mirar la guerra y la vida, y la inclusión —en casi el cincuenta por ciento— de voces femeninas. Compartió la lectura de dos poemas, las ardientes «Décimas a Cuba», de la poco conocida Sofía Estévez, y «Oda a la jutía», de Ramón Roa Garí, acercándonos al «otro lado» de la poesía épica, el del humor cubano, pues «la poesía patriótica ha de reunir las voces de todos aquellos que han sufrido por Cuba» —concluyó. Además, Roberto Méndez exhortó a que nuevas generaciones de investigadores aborden la poesía patriótica del siglo XX cubano, también rica y abundante.
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