Como parte de las actividades de la Jornada por el Día del Libro Cubano, hoy se estará presentando, de manera virtual, el libro Sombras de la Guerra Fría, de Ernesto Limia, presentado por Pedro de la Hoz y Rafael Acosta de Arriba.
Precisamente de este último es la siguiente reseña:
Sombras de la Guerra Fría, del historiador Ernesto Limia Díaz, es un libro muy singular en el panorama actual de las ciencias sociales cubanas, un volumen que merece una lectura atenta y concentrada, un libro apasionante que cubre una laguna de carencias en los conocimientos historiográficos de nuestras humanidades. Por sus páginas discurren los hechos políticos, económicos y culturales más importantes del siglo XX y recoge un sinnúmero de reflexiones sobre la época que dejamos atrás y la que ahora vivimos. Equivale a una extensa y productiva reflexión sobre el tiempo que habitamos.
Editado en formato digital por la venezolana Fundación Editorial El perro y la rana, en 2020, el libro espera por una edición en papel que merece absolutamente. Cuenta con dos textos introductorios, uno muy breve, a cargo del ministro de cultura de la República Bolivariana de Venezuela, Ernesto Villegas Poljak y un prólogo más extenso de la intelectual cubana Graziella Pogolotti, titulado «Un andar de medio siglo». En este último, la reconocida escritora, al ponderar la visión integradora de la historia del autor, nos dice: «Ernesto Limia proyecta su mirada desde el Sur. (…). Se compromete con una tarea pendiente por parte de los intelectuales de nuestro mundo. No basta con contar nuestra propia historia. Hay que integrarla a la llamada historia universal mediante la edificación de una narrativa verdaderamente liberadora». Su apreciación del libro es muy satisfactoria y llama la atención sobre algo que aparece descrito en sus páginas: la descalificación que la posmodernidad decretó sobre los grandes metarrelatos, con lo que coincide, en alguna manera, con la visión de Perry Anderson sobre dicho tópico. La prologuista concluye su texto con estas palabras: «Para todos, es una incitación a la lectura crítica del acontecer, que suscita la reflexión y sugiere los caminos abiertos a las investigaciones que nos apremian, a un pensar para actuar en consecuencia». Coincido con dicho juicio, el volumen despertará sinergias muy interesantes para el debate académico y el político.
Ernesto Limia se propuso inicialmente analizar la coyuntura mundial del año clave de 1968, pero, en la medida en que comenzó a avanzar en el texto se percató de que antes era más pertinente una descripción comentada de los hechos que sirvieron de preámbulo a dicho cruce de caminos, siempre buscando las claves. Y es que a las turbulencias de 1968 no se llegó súbitamente y esa verdad, que puede parecer de Perogrullo, necesitaba de un examen a conciencia que Sombras… ofrece sobradamente.
El autor parte de 1929 con el inicio de la Gran Depresión, centra su atención en las turbulencias de la década de los sesenta, enfatiza en el emblemático 1968 y concluye con una suerte de prolongación que, como Epílogo, llega hasta nuestros días y que constituye un rápido pase de revista a los hechos más importantes del 68 hasta el presente, con lo que actualizó considerablemente el texto. La resultante es una mirada in extenso al siglo XX con las herramientas de análisis que permite la corta distancia temporal.
Limia prefirió tomar un derrotero de análisis propio, no el que adoptó, por ejemplo, Inmanuel Wallerstein, quien teorizó sobre una supuesta revuelta mundial a partir de su mirada global al sistema-mundo en 1968; tan aceptable uno como el otro, solo que diferentes.
La propuesta de análisis de Wallerstein se ofrece como muy atractiva, que sin duda lo es, sin embargo tiene el grave inconveniente de que teoriza sobre una praxis mundial, la de los sesenta, que no está totalmente claro, al menos para el que esto escribe, de que se moviera coherentemente como una revolución, más o menos articulada, contra el hegemonismo norteamericano a nivel global y, en segunda instancia, contra lo que el sociólogo y politólogo norteamericano denominó «las viejas izquierdas» (léase el otro campo hegemónico ya desaparecido: la URSS y el socialismo del Este). Obviamente, Limia no está de acuerdo con ese enfoque y optó por la descripción comentada de los hechos, cronológicamente, entrelazando lo posible de entrelazar y puntualizando lo que, según su mirada, era pertinente dentro del maremágnum de acontecimientos repasados.
Creo que fue una apuesta acertada, pues el siglo XX presenta una complejidad tal y está tan próximo en el tiempo que es difícil englobarlo y acuñarlo salvo para esbozar enjuiciamientos muy generales. Por ejemplo, Toni Judd lo consideró «sombrío» y una constante «relación y acumulación de desdichas humanas y sufrimiento colectivo»; Willian Golding lo calificó «el siglo más violento en la historia humana»; Isahiah Berlin, a su vez, como el «siglo más terrible de la historia occidental», y así pudiéramos proseguir con otras denominaciones similares de diferentes pensadores. Meditar sobre su decurso, concentradamente, es ciertamente una tarea muy compleja y es a la que se lanzó Ernesto Limia con su libro.
La centuria tiene otros exégetas ilustres como Eric Hobbsbawn, León Trotski, Isaac Deutscher, Perry Anderson, Enzo Traverso, César Rendueles y Toni Judd, entre pensadores e historiadores que han analizado el siglo con ópticas diferentes y cristales políticos diversos. Ahora, hay que incluir el libro de nuestro autor como una tentativa más en esa reflexión.
El preámbulo histórico a la fecha de inicio empleado por el autor, 1929, no pudo ser más cruel y devastador a nivel mundial. Veamos. Entre 1875 y la Primera Guerra Mundial, una cuarta parte de la superficie del planeta fue repartida entre un puñado de países europeos, Estados Unidos y Japón. El Reino Unido, por ejemplo, incrementó sus posesiones en unos diez millones de kilómetros cuadrados (el equivalente a la superficie de toda Europa), Francia en nueve millones y Alemania en dos. Nunca en la historia se había visto un proceso de rapiña y colonización de tales proporciones, fue la época dorada del capitalismo liberal, causante de la muerte de millones de personas y un proceso que finalmente engendró lo que más tarde se denominó como Tercer Mundo y que tuvo su protagonismo en el siglo.
Por otra parte, la Primera Guerra Mundial (a juicio de Hobbsbawn la línea de arrancada del «corto siglo XX», con una meta final en la caída del Muro de Berlín), la Gran Depresión de 1929-33, el ascenso de Hitler en Alemania (con el gran apoyo financiero recibido de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia), la invasión de Abisinia (Etiopía) por Italia, la creación de los Frentes Populares por la Internacional Comunista, la Guerra Civil Española y el triunfo del fascista Francisco Franco sobre la República, en 1936, gracias a la falta de apoyo internacional de las democracias occidentales (solo con la excepción del apoyo soviético y de las brigadas de internacionalistas), las grandes represiones políticas y los juicios de Moscú organizados por Stalin para liquidar a la vieja dirigencia bolchevique y asegurar sus posiciones de poder en el país (unos hechos que horrorizaron a buena parte del mundo, en particular a los que apoyaban aún a la Unión Soviética), el Pacto Hitler-Stalin, el comienzo de la terrible Segunda Guerra Mundial y la victoria de los aliados (con el decisivo triunfo del ejército soviético sobre las armas nazis), el asesinato de León Trotski por un sicario a las órdenes de Stalin, las políticas al interior de Estados Unidos previas a su involucramiento en el conflicto bélico, el papel de Winston Churchill al frente de Gran Bretaña, el nuevo reparto de Europa a manos de las potencias triunfadoras en la guerra, la conferencia monetaria internacional de Bretton Woods en 1944 y el comienzo de la Guerra Fría, son sucesos que, de manera rigurosa, trata el libro que nos ocupa, por lo que este se convierte en un gran fresco de esa mitad crucial del siglo narrada y analizada desde una posición marxista.
El autor se detiene en elementos claves dentro de lo sucedido hasta aquí y lo que comenzó después de la terminación de la Segunda Guerra Mundial y la nueva configuración geopolítica del mundo, a saber: el tenebroso y determinante papel de la CIA, los servicios de inteligencia de Estados Unidos y de los países capitalistas europeos en el nuevo pulso político echado a nivel internacional; el papel de los procesos contraculturales y de los eventos de intelectuales de una y otra filiación (el Congreso por la Libertad de la Cultura y la revista Encounter, por un lado y el impositivo y dogmático realismo socialista en el bloque soviético, por el otro), el papel de las academias occidentales como tanques de pensamiento en función de apoyo y sustento de la ideología liberal hegemónica, el enfrentamiento entre el Pacto de Varsovia y la Organización del Tratado del Atlántico del Norte (OTAN), la guerra en Corea a partir de la agresión norteamericana, la guerra en Viet Nam y su enorme papel dentro de la geopolítica internacional en más de veinte años, al derrotar consecutivamente a dos potencias capitalistas, Francia y Estados Unidos (y crear dentro de este último un síndrome depresivo nacional muy fuerte).
Aparece también en este libro, y de forma muy bien elaborada y documentada, la Conferencia de Bandung en 1955, la rebelión tercermundista y los procesos descolonizadores a nivel internacional, la Revolución Cubana y la independencia argelina, los movimientos guerrilleros en distintos países de ese mundo subalterno, el papel de China en la política internacional y el aberrante proceso de la denominada Revolución Cultural a su interior. Un capítulo que llama especialmente la atención es el titulado «¿Una luna de miel sin novios?», que trata sobre la génesis y desarrollo del crudo enfrentamiento entre los gobiernos de Estados Unidos y la Revolución Cubana y sus verdaderas y originales causas. El cabal conocimiento de Limia sobre la historia y la política cubana ayudó mucho en el análisis de las partes concernientes a la colocación de la Revolución en el entramado internacional de 1959 en lo adelante.
El nivel crítico del libro no se detiene ante procesos indefendibles y altamente cuestionables como el estalinismo en la URSS, el terrible papel represor de Stalin y sus millonarias víctimas (según Deutscher «una amalgama de realizaciones monumentales y de crímenes monstruosos»), así como la táctica de ralentización que la URSS jugó en los procesos emancipadores y libertarios en el mundo después de la Segunda Guerra Mundial (y antes, recuérdese la permisividad y pasividad ante el triunfo del nazi-fascismo en Alemania), las tácticas pacifistas de los partidos comunistas que seguían disciplinadamente los mandatos de Moscú, el endeble, poco genuino y superficial «socialismo» establecido por las fuerzas soviéticas al finalizar la guerra en 1945, un socialismo que no pudo sostenerse por más de medio siglo y cayó finalmente tal como nació. En todos estos puntos, y en otros, la mirada de Limia se ofrece crítica e incisiva y es de agradecer, pues, como expresé al inicio, no mucho se ha escrito en nuestro país desde las ciencias sociales sobre tales procesos.
Cuando se llega a la década crucial de los sesenta, la descripción del autor cobra vigor y se vuelve todavía más interesante. Se cubren en este lapso la Crisis de Octubre (o de los Misiles), la ardua y sostenida batalla dentro de los Estados Unidos por los derechos civiles, las luchas nacionales liberadoras en el Tercer Mundo, el sobresaliente rol que en el plano de las batallas antimperialistas fue cobrando gradualmente la figura de Fidel Castro, la pugna chino-soviética por la hegemonía del campo revolucionario, la muerte de Ernesto Che Guevara en Bolivia y el proyecto revolucionario que quedó truncado con la misma, el papel jugado por la Nueva Izquierda en la década, y ya ante la llegada de 1968, el capítulo «IV. 1968: Se inflama el planeta», se analiza el Mayo Francés, la denominada «Primavera de Praga» y la Matanza de Tlatelolco, en México, como hechos principales. El autor considera que, entre la miopía y el inmovilismo del partido comunista francés (que según su criterio pudo contribuir a articular las acciones), la incoherencia e inconsistencia programática de las posiciones de los estudiantes, la falta de unidad entre estudiantes y organizaciones obreras (más bien el rechazo de estas), a «la izquierda le faltó propósito y un liderazgo» que construyera un consenso poderoso que les permitiera avanzar hacia la toma del poder. Limia concluye: «Pese a todo, su efecto le arrancó a la derecha el capital político con que contaba para gobernar y ello solo apuntaló las bases de un Estado keynesiano de bienestar». No menos interesante y bien documentado es el análisis de los hechos en Checoslovaquia que condujeron a la dramática invasión de las tropas de la URSS y de la puesta en práctica del Pacto de Varsovia en Praga, con la consiguiente repulsa internacional.
Ya el autor nos había mostrado su táctica escritural con los dos libros previos sobre la historia de Cuba, sus dos primeros textos publicados, Cuba entre tres imperios: perla, llave y antemural (2012) y Cuba Libre. La utopía secuestrada (2013), que evidenciaron un estilo personal de narrar la historia en el que se mezclaban y confundían, sutilmente, la capacidad narrativa con el análisis de los hechos, la exposición simultánea de sucesos aparentemente sin conexión y la tarea de relojero al componer un verdadero rompecabezas con elementos que no tienen una asociación evidente, pero que el autor la encuentra y la expone. Sin dudas, el entrenamiento como analista del autor, mas su formación como historiador, se conjugaron para dotarlo de esa capacidad. Es bueno decir ahora que esa forma de presentar los hechos históricos por parte de nuestro autor es sumamente efectiva y de un gran poder de comunicación con los lectores y que, al repetirse en cada libro, es que puede considerarse como un estilo personal. Resulta apreciable que Limia no trate de sermonear, sino que muestra los hechos desde su óptica política, pero dejando al lector la interpretación de los mismos y la posibilidad de asentir o discrepar de su enfoque.
Casi trescientos asientos bibliográficos integran el cuerpo referencial examinado en Sombras…. y su uso en la arquitectura del ensayo es muy inteligente y bien pensado. Aquí comulgan textos de escritores notables, pensadores económicos liberales, historiadores brillantes, dirigentes políticos de diversos matices ideológicos, declaraciones gubernamentales, informes de inteligencia, en fin, un espectro de opiniones que configuran el pulso político de la centuria, siempre y en todos los casos, asociados al contexto.
Considero Sombras de la Guerra Fría como el mejor libro de Ernesto Limia hasta el momento, sin desmerecer los anteriores, que son excelentes textos sobre historia de Cuba, pero reconociendo en este una hechura más lograda y una ambición de análisis superior. El volumen, es bueno precisarlo, suscitará disímiles opiniones, seguramente bienvenidas por su autor, pues estas serían su legitimación mayor. Estamos ante un libro esencial dentro de la historiografía cubana más reciente. Es, no albergo la menor duda, un esfuerzo sumamente meritorio que nos hace pensar sobre la política en el mundo que vivimos, de donde proviene y cómo fue gestada. Recomiendo encarecidamente su lectura.
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