En conmemoración de la Cultura Nacional, en todas las sedes afines se hacen actividades que nos definen y nos engrandecen como nación. El pasado 13 de octubre, en el patio magno de la Sociedad Cultural José Martí, estuvieron dos personalidades que con su sola presencia anticipaban intervenciones de lujo: el respetado musicólogo e investigador Jesús Gómez Cairo y el profesor Eduardo Torres Cuevas, especialista en Historia de Cuba. El tema era la propia Isla: Estudio sobre La Bayamesa.
El conferencista Gómez Cairo mostró cómo han sonado las distintas versiones de «bayamesas» a través de la cultura cubana y así nos narró nuestra propia historia. Afirmó que esta canción siempre nos ha acompañado y representa el desarrollo de la cancionística cubana y que como toda canción tiene una premisa importante: debe ser escuchada.
Muchos —nos aclara― la confunden con un vals, porque tiene compás ternario, pero es toda una canción típica, la primera romántica, patriótica, la que muchas veces se usó como canción de cuna.
Están tres principales: La de José Fornaris y el Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes, escrita en 1851 para ablandar el corazón de una dama en una serenata; la segunda, la patriótica y de combate de 1868, la de Perucho Figueredo, montado sobre su corcel, que es la que «evoluciona» y se convierte en nuestro Himno Nacional y la tercera, titulada Mujer Bayamesa, de 1918, que vuelve a ser romántica sin dejar de ser patriótica, la de Sindo Garay.
Ha tenido otras versiones, como una cuya letra es anónima pero con la música de la segunda versión, perdida la partitura original en el fuego de Bayamo y publicada por Martí al oírla en Cayo Hueso en el hogar de los Cisneros fue confirmada en 1912 por una mujer que entrega la partitura escrita y firmada por Perucho, al por aquel entonces Museo Nacional y en la cual se suman dos estrofas más.
Para reafirmar la belleza de esta canción que es, según el maestro Gómez Cairo, la precursora de lo que hoy es la trova cubana, se pone a la desaparecida Esther Borja haciendo primera y segunda voz, de una forma magistral.
A través de un video de 15 minutos se narra la llegada de la partitura original, su desgastada hoja amarillenta, roída por el tiempo, el sello de la entidad que la acogió y se escuchan las tonadas diversas que tuvo el Himno de Bayamo hasta llegar al que hoy cantamos.
Por su parte, el Dr. Eduardo Torres Cuevas alabó la presencia de su colega y expresó que era un lujo escucharlo, porque siempre se aprende con él, dijo. Dio a conocer el libro que este está preparando: «La historia de la música», el que augura será imprescindible para la cultura cubana porque rescata figuras actualmente desconocidas. Por último ratificó que, sin la música, nunca sabremos cabalmente quiénes somos.
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