He vuelto a tener la satisfacción de que me seleccionen como miembro del jurado del Concurso de Literatura de la UNEAC, para mi uno de los concursos más importantes que tiene la literatura cubana, esta vez en la especialidad de biografía. Quizás mis lectores y otras amistades que me reconocen como narrador y a veces poeta, no conozcan que soy Licenciado en Historia de Cuba, graduado en la Universidad Central de Las Villas, y que estuve diecisiete años impartiendo clases de historia en varias secundarias básicas y preuniversitarios, y que llegué a ser asesor de historia en la región de Caibarién por varios años. Tan es así que mi primer libro escrito y no publicado es una investigación histórica titulada Breve historia de la Capitanía de Partido de San Antonio de Mayajigua.
Y escribo todo esto porque estoy realmente impresionado con el título al cual, por unanimidad, otorgamos el premio, y que se titula Una cubana insurrecta de la autora María del Carmen Munzio. El texto habla de una mujer campesina, oriunda de la provincia de Pinar del Río, que pudiera ser considerada como una muy destacada patriota en la lucha contra el colonialismo español, pues le proporcionó a las tropas mambisas que operaban en su provincia, con la inmensa valentía, armas, dinamita, comida y medicinas. Quizá por eso su figura ha sido olvidada en la historia nacional.
Tanto es así que a pesar de mis conocimientos históricos, y la lectura no solo de los libros de textos de la época, sino de otros autores reconocidos, yo desconocía la existencia de Magdalena Peñaredonda, su trayectoria revolucionaria, su quehacer periodístico y crítico contra todo lo mal hecho, en los momentos en que se constituye la República cubana, insuficiencias y vicios muchos de los cuales aún perduran.
Es muy interesante tener en cuenta que en el tiempo en que Magdalena desarrollaba su peligrosa e intensa actividad, la mujer, en sentido general, era menospreciada por la sociedad. Generalmente se dedicaba a las labores de ama de casa, sin recibir ingreso alguno, y dependía de lo que aportaba el marido, quien por regla general solía ser machista. Mi propia madre contaba que ella había llegado solamente al segundo grado porque mi abuelo decía que las mujeres con que supieran leer, escribir y ser reproductoras, ya tenían. Esa era la práctica. Entonces, uno se pregunta, ¿cómo Magdalena podía hacer lo que hizo? Es realmente un caso inesperado para la época.
Otro aspecto de valor que trata el texto es el intercambio de correspondencia de Magdalena con los principales jefes de las tropas mambisas de la época. Entre ellos se encuentra Martí, quien le dedicó un libro de poemas, Máximo Gómez, Antonio Maceo, Mario García Menocal Estrada Palma, y otros. Cartas que ella conservó toda su vida y de las que se incluyen fragmentos en el libro.
Resultan también curiosas las repetidas ocasiones en las que aparece citado el municipio de Yaguajay, y la relación de Magdalena con sus familiares residentes en ese territorio, lo cual, por supuesto, debió entrañar cierta participación en las actividades bélicas de la protagonista, asunto este que la historia no recoge.
Es resaltable en el texto el momento en que ya se ha constituido la república Magdalena recibe una serie de peticiones de altos oficiales mambises pidiéndole que trabaje por conseguirles votos para ingresar al gobierno, correspondencia esta que aún se conserva. En ese tiempo disputaban por la presidencia Estrada Palma y Bartolomé Masó.
Definitivamente, y para terminar esta reflexión, soy del criterio de que cada obra de arte guarda en su seno un mensaje oculto, que solo los lectores inteligentes y osados llegan a interpretar, y el mensaje de Una cubana insurrecta es que hay que volver a investigar los acontecimientos de aquel fin del siglo XIX y principios del XX, con el propósito de interpretar adecuadamente los hechos y acercarnos lo más posible a la verdad histórica.
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