En la mañana de hoy tuvo lugar en la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí el espacio «El Autor y su Obra» que, auspiciado por el Instituto Cubano del Libro, estuvo dedicado al reconocido narrador, periodista, poeta y artista cubano Pedro Juan Gutiérrez, autor de una amplísima obra.
El espacio, moderado por el crítico y periodista Fernando Rodríguez Sosa, contó con un panel integrado por los escritores e investigadores Jorge Fornet, Rafael Acosta de Arriba y Francisco López Sacha, quienes dialogaron sobre la obra periodística, poética y narrativa del reconocido escritor.
Rafael Acosta de Arriba abordó el erotismo en la escritura de Pedro Juan a partir de la cita a una de sus más recientes obras, Fabián y el caos y con la alusión a los 25 años de la publicación de Trilogía sucia de La Habana (1998), obra iniciática en la narrativa cubana de temas como la marginalidad, y que provocó un fuerte estremecimiento en los lectores por la prosa directa y minimalista, junto a las historias alucinantes que en esta se narraban, y el modo descarnado con que se construían las imágenes del sexo.
En un periodo de 25 años en que ha publicado varios libros de narrativa y poesía, así como su Diálogo con mi sombra que trata de explicar lo inexplicable, la dimensión literaria de la sexualidad se imbrica con lo existencial. En la narrativa y poesía de Pedro Juan, lo sexual atraviesa varios niveles al ser un vínculo esencialmente humano entre las personas; el cuerpo es representación y es imagen. «Hasta la obra de Pedro Juan no se había visto un tratamiento tan libre, hereje y transgresor del sexo en las letras cubanas, tal vez con la excepción de Reinaldo Arenas», expresó Acosta de Arriba, quien concluyó con una cita de Pedro Juan: «La escritura es un orgasmo después del proceso del pensamiento».
El ensayista y crítico literario Jorge Fornet comentó que Pedro Juan Gutiérrez es sin dudas un escritor singular en el panorama literario cubano, no solo por las temáticas de su obra, sino por la amplitud de géneros. Fornet recordó una conversación con Lisandro Otero al coincidir en el jurado del Premio de Novela Alejo Carpentier, en la que Otero, más allá de toda la polémica en torno a Pedro Juan, reconoció que era un escritor nato. Para Fornet, Pedro Juan encarnó como nadie ese momento de los 90, en el que todos nos hacíamos preguntas y sus respuestas eran terribles. Hay también en la obra de Pedro Juan gestos literarios cervantinos: como en el escrutinio del cura y el barbero en El Quijote, el personaje Pedro Juan realiza también un escrutinio en nuestras bibliotecas que resulta una parodia del pasaje cervantino. Para concluir, realizó apuntes sobre la extraña y tensa relación con la historia en la obra de Pedro Juan, para lo que leyó dos poemas publicados en la revista Casa de las Américas, uno en 1985 «Sábado por la tarde» y «Divaga impaciente» en 2004.
El reconocido narrador Francisco López Sacha, cerró las intervenciones del panel con un acercamiento a la relación entre el autor, el narrador y el personaje en la obra de Pedro Juan, a quien Sacha considera un autor neoexistencialista, a partir del principio de que la vida carece de sentido y que su último sentido no puede ser definido nunca, idea que atraviesa su obra narrativa y se manifiesta a cabalidad en El Rey en La Habana, una de las grandes novelas cubanas de inicios del siglo XXI. Pedro Juan retrata desde la cercanía del narrador —personaje más importante—, la vida marginal cubana desde una perspectiva filosófica, como un mundo carente de sentido, de propósito. De ahí que uno de los hallazgos estilísticos extraordinarios de Pedro Juan es lograr la amalgama entre el punto de vista del autor, la existencia de un narrador metido en la historia y los personajes, con lo cual no hay contradicciones, en un mundo donde la existencia cotidiana está siendo amenazada y violada continuamente por estos personajes que no parten de principios ideológicos, sino de apetencias naturales. La grandeza de la obra de Pedro Juan está en lograr expresar ese mundo, con las mismas palabras de ese mundo, en expresar un sentido de la vida sin sentido y hacerlo dolorosamente hermoso y literariamente eficaz.
Al cierre, Pedro Juan Gutiérrez agradeció emocionado por el espacio y leyó unas palabras dedicadas a los jóvenes escritores. Expresó que no existe una ingeniería de la escritura, es más bien como magia, uno se sienta a escribir y cuando termina la obra nunca sabe cómo hizo para que quedara bien, y es mejor así. Después de leer muchísimo, tras devorar Desayuno en Tiffany`s de Truman Capote tuvo una epifanía, fue una decisión tajante: quiero escribir como Truman Capote y para eso se necesita leer mucho, viajar y no estudiar literatura. Escribía como por juego, por más de 20 años hasta que en 1994, comenzó a escribir cuentos sobre la gente del barrio en lo que luego fue su Trilogía sucia de La Habana. Tras años de aprendizaje en solitario en los que entrenó su capacidad de memoria y su intuición, indagó en el modo en que los escritores que admiraba habían construido un mundo propio, y se preguntó cómo podía crear el suyo, de qué voy a escribir, cuál será el gran tema de mi escritura. Entonces, comentó, escribí de lo que me causó asombro, no como proyecto intelectual, sino por gusto. De ese modo se interesó en los personajes que viven en los márgenes con sus propias reglas, los que viven su propio misterio. Concluyó con una emotiva frase: «No he hecho nada extraordinario, me he divertido, he dedicado mi vida a la búsqueda, a la exploración, y no puedo estar más que agradecido».
Para concluir el espacio, Osmany Echevarría Velázquez, director de la Editorial Arte y Literatura, entregó a Pedro Juan Gutiérrez el Reconocimiento Dulce María Loynaz por la obra de toda la vida, que otorga el Centro Provincial del Libro y la Literatura de Pinar del Río, el Centro Cultural Hermanos Loynaz y Ediciones Loynaz de esa provincia. En la ovación final se resumió el cariño y la admiración de todos los presentes.
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