Lumen, una de las casas emblemáticas del panorama editorial español, cumple cuarenta años. Esther Tusquets, que la fundó y la ha dirigido hasta hoy, habla para los lectores del Barcelona Review sobre sus experiencias y planes futuros. Esther, además de editora, es autora de un volumen de cuentos, Siete miradas en un mismo paisaje, y de novelas entre las que destacan, El amor es un juego solitario (Premio Ciudad de Barcelona, 1979), El mismo mar de todos los veranos, Varada tras el último naufragio y Con la miel en los labios. Su obra ha sido traducida a numerosos idiomas. En esta entrevista nos cuenta de su próximo libro, su vida como editora y una nueva experiencia: ser abuela.
Son cuarenta años, toda una vida, al mando de una editorial… ¿Cómo te preparas para enfrentar el día a día sin ese reto?
La verdad es que lo de la jubilación, de momento me apetece bastante, considero que cuarenta años de hacer lo mismo ya está bien, son muchos años para Lumen, que además nunca pensé que iba a durar tanto cuando empecé. En cuanto a hacer, hay muchas cosas que hacer. Tampoco soy tan, tan trabajadora. Quizá seguiré conectada con la editorial, haciendo algo para la editorial; quizá dedicaré más tiempo a escribir; a lo mejor, montar algo de teatro que siempre he tenido la tentación. Pero aún falta un año, cuando llegue el momento ya veré.
¿En qué consistiría tu participación en el teatro: escribir, dirigir o actuar?
Sería dirigir o estar de productora si se encuentra un grupo de gente joven que hiciera algo interesante, pero no me voy a mover hasta dentro de un año porque de momento no me he jubilado.
Cuéntame más acerca de que la vida de Lumen se extendió más allá de tus expectaciones…
Sí, porque empezamos haciendo los libros que nos gustaban o sea que eran libros que parecían invendibles y que realmente no se vendía ni uno, pues todo el mundo creía que Lumen duraría dos o tres años. Pero tuvimos suerte y lanzamos a Quino, Mafalda, y se vendieron cientos de miles de ejemplares. Y luego vino El nombre de la rosa, de Umberto Eco, que ha vendido como un millón de ejemplares. O sea que la editorial funciona muy bien, y como funciona muy bien pues está ahí: cuarenta años.
Y tú, ¿sorprendida?
Sí, pero hace cuarenta años: una sorpresa total. No creo que ninguno de mis amigos de entonces creyera que iba a durar tanto.
Supongo que una de las grandes preocupaciones de los editores es rechazar un manuscrito que puede convertirse o bien en una obra importante o, dadas las exigencias del mercado actual, en un bestseller… ¿Cómo se prepara uno para enfrentar ese obstáculo?
Mira, si se convierte en un bestseller y a mí no me ha gustado, no me crea demasiados problemas. Lo otro, que tenga un éxito de crítica: no sé. A veces pasa.
¿No es algo que te preocupa?
No, no…
¿Cómo enfrentas la decisión? Por ejemplo, rechazaste Las cenizas de Ángela…
Las cenizas de Ángela las leyó José Antonio Vilanova, y no le gustó; yo creo en su criterio así que supongo que tampoco me hubiera gustado. No lo sé, como no lo leí yo… ya ha pasado otras veces.
¿Te arrepientes?
… (silencio, meditativa)… No. No. ¿Si hubiera estado bien publicarlo? Es que no lo leído, por tanto, no sé.
¿Esas decisiones eran más permisibles dentro de las estructuras independientes que existían antes? ¿Se paga un precio más alto ahora?
No, ¿quieres decir con Plaza? ¿Haber vendido la editorial?
Sí…
No, no… sigo actuando tranquilamente, no me han impuesto ningún título, ni me han prohibido ninguno. Solo si es un libro especialmente caro y arriesgado, entonces, siempre quiero preguntar antes para ver cómo lo ven los de la parte comercial, que son lo que lo van a vender. Yo puedo publicar lo que quiero pero si publico un libro con anticipo muy alto y los vendedores no me lo trabajan bien porque no les gusta el título o por lo que sea, me puedo arriesgar. En caso de libros arriesgados, prefiero hablar antes con la parte comercial, con los que van a vender.
¿Cuánto depende de los vendedores el éxito de un título?
Depende de ellos muchísimo.
¿Siempre ha sido así?
Sí, siempre ha sido así. Y en general los vendedores… son muy deficientes. Plaza tiene la mejor distribución de España para bolsillo, los bolsillos están en todas partes, están fantásticamente distribuidos, pero para los libros de calidad como el de Lumen y algunos de Debate —que los hizo la misma Plaza y Janés—, o sea para venta del libro más difícil en librerías, para esto no tengo el montaje que yo quisiera.
¿Controlabas esa situación mejor antes?
Mira, la distribución siempre es un problema…
¿El problema principal o uno más?
Uno, o sea la editorial es un negocio dificilísimo en que todo es un problema, o sea es un negocio muy difícil. Exige bastante dosis de suerte para ir adelante. Porque es difícil encontrar buenos originales, es difícil que sea buena la traducción, es difícil que quede bien hecho el libro, es difícil promocionarlo y es difícil venderlo.
¿Cómo ha cambiado el mundo editorial en los últimos cuarenta años?
El problema es que se publican demasiados libros. Y entonces, lo que ocurre grave es que los libros tienen una cortísima vida, cada vez más corta; consecuencia de que se edite tanto es que no hay ni espacio en las librerías. Entonces en las librerías solo hay novedad y bestseller, y el fondo se trabaja muy mal.
Y lo que define a una editorial es su fondo.
A una editorial como Lumen, sí. Entonces descatalogar títulos y tener en librerías solo los bestsellers y las novedades, para Lumen no es lo ideal: Lumen es básicamente un fondo. Y a mí me hace más ilusión que se vendan medianamente bien los títulos de calidad del fondo que no vender solo títulos como ese Diario de Bridget Jones que ha vendido más de ciento cincuenta mil; pues yo preferiría haber vendido menos Bridget Jones y…
… y más del fondo.
Y más del fondo, claro. Además de los títulos nuevos, algunos muy buenos que he sacado este último año.
¿Qué te llevó a rechazar La nada cotidiana?
La nada cotidiana se presentó al premio y el jurado estaba muy dividido, o sea a dos personas del jurado les gustaba mucho, a dos no les gustaba nada y yo estaba dudosa. Yo quizá le hubiera pedido a la autora que la rehiciera, que cambiara más cosas.
¿No te parecía que funcionara la estructura?
A mí no me terminaba de gustar, ya te digo, y a otros dos del jurado no les gustaba en lo absoluto. Yo creo que sí, que estaba poco cuidada, que había que rehacerla.
Ahí entra a jugar el papel del editor…
Y ahí entonces depende de autores: autores que te aceptan consejos y los agradecen, otros que los agradecen pero no los siguen y otros que tienen la idea romántica de que no se puede cambiar ni una coma de lo que han escrito. Hay de todo.
¿Esta ha sido una constante?
Sí, sí… lo que pasa es que si veo algo que me parece claro, pues yo se lo digo al autor, pero la responsabilidad última es de él. Algunos hacen caso.
Es una forma de crecer como autor.
ET: Yo creo que sí, creo que otra lectura de alguien desde fuera puede ser útil.
¿Esta función del editor es cada día menos frecuente?
Supongo que en las grandes editoriales funciona menos, sí; supongo que en Anagrama y en Tusquets y en Lumen, funciona, en las otras no sé, tampoco tengo tanto contacto personal.
¿Crees posible que el mercado actual permita que editoriales del corte de Anagrama, Lumen y Tusquets nazcan en el futuro?
Siempre fue difícil y ahora supongo que es todavía más difícil, es más difícil pero, no, no es imposible.
¿Es algo en lo que te aventurarías otra vez?
¿Montar otra editorial?, no, no… si estoy harta después de cuarenta años para qué voy a poner otra.
Decía Malcolm Lowry: «Hay mil escritores que pueden crear personajes convincentes hasta la perfección, por cada uno que puede decir algo nuevo sobre el fuego del infierno». ¿En un mundo editorial controlado por el mercado, qué posibilidades tiene un escritor que pueda decir algo nuevo sobre el fuego del infierno?
¿Los autores? Sí, claro, yo en mi criterio para seleccionar libros más que la calidad me interesa que se haya hecho algo que solo el autor que lo ha hecho lo pueda hacer, o sea prefiero un libro que solo lo puedes escribir tú aunque sea más imperfecto que un libro que esté muy cuidado y muy bien pero que sea a la manera de los que recibo muchos, intercambiables.
¿Fórmulas?
Sí. O sea que no es fácil; escribir una novela aunque sea malísima es difícil, pero, en fin, se puede escribir una novela muy correcta y con personajes convincentes y que no aporte nada.
¿Tú buscas lo innovador?
Yo busco algo que me sorprende: esto sí es diferente, yo busco lo diferente.
¿Es lo mismo que buscas cuando escribes?
Escribo lo que solo hubiera podido escribir yo, mejor o peor, pero creo que sí que son personales.
¿El toque personal es cada vez más infrecuente en lo que te someten?
No, quizá no, supongo que siempre ha sido parecido, quizás ahora hay más gente que escribe, más mujeres que escriben; pero bueno, tener un mundo propio pues es igual ahora que en toda la historia, ¿no?
¿Qué sacrificaste como mujer para llevar a cabo tu labor de editora y autora?
Es que yo tengo muy poca conciencia de haber sacrificado nunca nada. Pienso que he sacrificado muy pocas cosas en mi vida.
¿Es un lujo, no?
Sí, es un lujo. Por una parte es suerte, he tenido que tener suerte, y por otra es la educación que mis padres me dieron: no hay un culto al sacrificio, ni un sentido de culpa, yo muy raramente me siento culpable.
Has vivido a tu manera…
Sí, no creo que nunca haya renunciado a algo que me pareciera prometedor por sacrificarme a otra cosa, o sea, no hubiera sacrificado los hijos al trabajo, ni el trabajo a los hijos, ni los hijos a los perros, ni lo perros a los amigos. No he sacrificado nada por nada, me parece.
¿De qué te sientes orgullosa?
Bueno, pues quizá de no haber sacrificado nada y me considero coherente, entre lo pienso, lo que digo y lo que hago hay bastante coherencia.
Esa coherencia es muy importante para ti.
Sí, así es.
¿Qué lamentas?
Pues quizás lamento no haber realizado teatro como actriz, pero no se puede hacer todo o sea que una elección sí que supone que eliminas otra, puede ser una asignatura pendiente. Lamento muy pocas cosas.
¿Después del éxito de María Galiana en Solas, no es posible que lo intentes?
No, no…
¿No es una posibilidad: una nueva carrera?
No, no… considero que seré mayor para esto, no.
Pero como directora, sí.
Directora, ya te digo, dependería de un grupo de gente joven que me parezca que sea muy interesante lo que hacen. Y entonces, lo financiaría, pero no me lo planteo mucho porque falta un año.
¿Te hubieras jubilado a esta edad de haberse mantenido Lumen independiente?
Supongo que no, sobretodo estando mi hija en Lumen, me hubiera retirado quizás más tarde. Mi padre no se le ocurrió retirarse y murió de repente a los 83 años. Yo hasta los 83 años no creo que hubiera tirado, pero quizás me hubiera demorado más en jubilar.
¿Te sientes responsable de que Milena se haya incorporado al mundo editorial?
No, fue una decisión de ella, nunca pensé que trabajaría en Lumen, jamás pensé que ninguno de mis hijos seguiría con la editorial, entre otras cosas porque me parece un negocio muy difícil. Pero el vino ha rodado así y ella está encantada, hasta ahí dará…
¿Supone un reto trabajar con un hijo?
Un reto no, es un poco conflictivo sobre todo cuando se vive con el hijo porque llevamos un año que Milena está viviendo en mi casa y realmente vivir en la misma casa y trabajar en el mismo negocio es un poco difícil. Pero lo hemos llevado bastante bien y lo de vivir en mi casa es transitorio por este año mientras arreglaban la casa de ellos y bueno, ha salido bastante bien.
¿Qué resulta más difícil, trabajar con un hijo o enfrentarse a ser abuela?
Trabajar con un hijo, enfrentarse a ser abuela no es nada difícil.
¿Te alegras?
Sí, sí.
¿Te divierte?
Sí, yo creo que me divertirá más a medida que vaya creciendo. A mí los bebés no me han gustado nunca.
¿No te gustan los bebés?
Estoy esperando que hable, que responda algo. Por el momento ya escucha, cuando nacen es que no son nada, no entiendo cómo pueden gustar los bebés tan pequeños, no se entienden, no sabes lo que les pasa: gritan, lloran, comen.
¿También te ocurrió con tus hijos?
Sí, sí, me ocurrió más con mis hijos que con mi nieto. Yo he podido divertirme mucho con ellos a partir de los dos años: y luego cada vez más, incluso la adolescencia aunque sea conflictiva, era positiva y estimulante.
¿Y ahora mantienes una relación de amistad con tus hijos?
Disfruto la relación con mis hijos, no sé… entre madre e hijos yo no diría amistad porque es otra cosa.
¿No te parece posible?
No sé, una amistad como con mis amigos, no, mis amigos son mis amigos y mis hijos son mis hijos.
Muchas personas se plantean ese cambio en la relación con los hijos cuando estos han crecido, ¿qué obstáculo ves en ello?
Me parece un poco falso porque llevan siendo mis hijos 27 o 28 años, y hay un montón de cosas que han aprendido de mí, que hemos vivido juntos. Entonces, no me parece que sea como una amistad. La amistad es una relación casi simétrica y la relación padres-hijos me parece que no, siempre es distinto lo que sentirán ellos por mí que lo que sentiré yo por ellos. Siempre yo me sentiré más responsable.
Aún ahora que están crecidos…
Más que de un amigo sí.
¿Qué planes tienes como escritora para el futuro? ¿Entregas un libro dentro de poco, no?
No, eso dicen pero no, voy a entregar un libro como muy pronto, en otoño. Una serie de cuentos de distintas etapas históricas de mi vida, como un mapa autobiográfico de lo que he hecho hasta ahora, pero convertido en literatura. O sea que no es autobiografía en lo absoluto.
Ficción basada en experiencias personales. ¿Relatos cortos?
Una serie de cartas, cinco o seis historias en forma epistolar.
¿Es algo nuevo para ti?
Escribir en forma epistolar sí, y mi estilo se vuelve cada vez menos barroco, no sé por qué, voy hacia la simplificación. No sé por qué.
Tomada de Barcelona Review
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