A propósito del cuento «Tarea escolar»
Autores como Roberto Viña, cuya habilidad escritural lo conmina a moverse en diferentes registros poéticos y diversos géneros con igual oficio para sortear los escollos, tienden a ser definidos con rapidez arbitraria como si una camisa de fuerza obligara a limitar. Narrador, poeta y dramaturgo, para nadie es secreto que su obra teatral es la arista más reconocida de su creación. No obstante, este cuento muestra una versión nueva, el polifónico rostro del autor que no se conforma con la demiurgia sino que desea tomar una foto. Este Roberto Viña es el fotógrafo de una realidad versionada, es la cara de un niño que desea, por primera vez, hacer bien una tarea para sorprender a su profesora, es también tratado verbal y discursivo sobre el sórdido mundo que rodea la infancia.
No hablamos aquí de un texto monumento en su estructura ni orquestado en experimentaciones verbales que a poco o nada conducen: su poesía recoge tan solo el breve hálito de unos minutos, materia mental fácilmente degradable y que el autor, cámara en mano, se empeña en recoger. Hablamos de la salvación de una memoria breve, donde el universo del niño ya no es el reinado de la fantasía, sino de imaginaciones casi apocalípticas: la familia que se desmorona, la abuela que debe conocer la muerte, el despertar de la sexualidad, el sonido de la música que se inserta en el discurso y que realza la ambientación de la trama.
El equilibrio ha sido roto desde hace mucho tiempo. In media res, como los autores de cierto drama dodecafónico, nuestro personaje percibe los colgajos del mundo, los colgajos de la comunicación, incluso las ruinas de los balcones de su infancia. ¿Qué es la muerte?, no es una pregunta simple para contestar en una tarea escolar, pero qué importa, se sabe que la orquestación de esta historia no transita por los fáciles caminos, por la estructura clásica pregunta-respuesta, sino por la senda opuesta, la no-pregunta, la no-respuesta, el vacío, la consunción del sentido, es decir, la consumación del sinsentido.
«Tarea escolar» es, por lo breve, solo el fragmento de una realidad última, una realidad abanico, que muestra una de sus caras antes de batir el aire de la soledad; una soledad que se respira en los personajes, atados cada uno a sus propias tragedias individuales, teatro de máscaras, de pantomimas, coro para la desintegración.
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Roberto Viña Martínez. Licenciado en Arte Teatral en el perfil de Dramaturgia por el Instituto Superior de Arte en el 2013, profesor de la Facultad de Arte Teatral del Instituto Superior de Arte, egresado del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso en 2006, miembro de la Asociación Hermanos Saíz desde 2008 y guionista del programa de TV «Entre Libros» dedicado a la literatura cubana; desde el 2009. Entre sus reconocimientos se encuentran: Premio Casa Seoane 2016 de Cuento, en el 2do Encuentro Hispanoamericano de Escritores, Villa Clara; Beca de Creación Dador 2016 y 2013 en el género Teatro; Premio de Ensayo Enrique Sosa 2015 y 2010 de la Revista Cultural Videncia; Premio Calendario 2014 en el género de Teatro; Segundo Premio del Concurso Internacional de Teatro Casa de Teatro 2011, en Santo Domingo, República Dominicana; Premio Literario Fundación de la Ciudad de Matanzas 2010, en el género de Teatro, Casa de las Letras Digdora Alonso (Ediciones Matanzas); Mención en el Premio Internacional de Cuentos Casa de Teatro 2008, en República Dominicana y Mención del Premio Mundial de Poesía Nosside 2013 y 2014 en Calabria, Italia.
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Tomado de País de fabulaciones, texto de Elaine Vilar Madruga publicado por Cubaliteraria en 2019.
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