Luego de un tiempo prudencial verá la luz un texto titulado Una pasión inútil. Muerte y libertad en la obra filosófica de Jean Paul Sartre, publicado por Colección Sur Editores de la UNEAC, en su sección Anthropos y de la autoría del Doctor en Ciencias Filosóficas Jorge G. Arocha.
En una breve entrevista con el autor de estos ensayos, obtuvimos respuesta a un par de interrogantes:
¿Cree usted que toda la referencia que Sartre hace de sus conceptos sobre la libertad y la muerte se convierte en una “pasión inútil”?
Como bien se hace notar en la introducción del libro, este no es un intento apologético, sino más bien crítico. Por ello, lejos de reafirmar lo que ya el pensador existencialista ha dicho, trato de centrarme en uno de los puntos más contradictorios de su obra: la relación de la muerte con la libertad humana.
Para ello, examino las principales teorías que, a mi juicio, han participado en la conformación de lo que entendemos por muerte. Junto a esta tradición, analizo también las actitudes respecto a ese concepto desde el sentido común, las ciencias modernas, la literatura y la mitología.
Hacia el segundo ensayo del libro contextualizo el momento específico en que emergió el existencialismo.
Y concluyo con la crítica al pensador francés desde la obra El ser y la nada. Tomando en cuenta estos elementos contextuales, cuando se menciona “una pasión inútil” es porque Sartre ha mencionado que el hombre es un intento de ser Dios, que el hombre es una pasión inútil.
Y es así, porque el mundo que piensa Sartre está basado en una libertad que engrandece de alguna manera la realidad humana, pero al mismo tiempo constituye un peso enorme. Brevemente explicado, si bien la libertad de elección constituye un punto importante en las agendas políticas, en nuestra vida cotidiana o en el arte, al mismo tiempo, ella constituye una inmensa responsabilidad que, al parecer, en los tiempos que corren no estamos dispuestos a asumir.
A eso se dirige la frase, a apuntar una contradicción existencial. El hombre quiere ser Dios, pero al mismo tiempo no asume esa responsabilidad.
Quizás ese sea uno de los aspectos que más han llamado la atención sobre la obra de Sartre, pero al mismo tiempo constituye uno de los mayores argumentos para criticarlo. Y a eso me dedico en este ensayo.
He conocido que su tesis de grado fue referida a un análisis de la obra filosófica de Sartre, ¿no hay cierta contradicción con esta negación del legado del filósofo francés?
Como explico en la introducción, en realidad he tratado de huir de Sartre en los últimos siete años. Lamentablemente no he podido y estas páginas son el testimonio de ese intento paradójico.
Por otra parte, cuando se examina lo mejor de la Filosofía como saber, vamos a descubrir que una de las enseñanzas fundamentales es precisamente el aspecto de la crítica que tanta falta hace hoy en día. No se trata de tomar a un pensador e imitarlo, copiarlo hasta la saciedad, o repetir consignas que sean funcionales a nuestro entorno local o global. Más bien, de saber tomar las cosas en nuestras manos para crear algo nuevo. Esto es algo que hace falta en las clases, en la prensa, en la cultura toda. Y en ese sentido, el ensayo constituye también una obra que intenta romper con cierta metodología de la enseñanza y la investigación.
Siento que en algunos momentos el libro es fácil de leer y puede llegar al público, aunque en otros momentos, claro está, hay razonamientos más abstractos que son ineludibles en este tipo de obras.
Pues sí, respondiendo a su pregunta, es una contradicción. Pero es la única manera de entender, filosóficamente hablando, por qué un pensador que se ha dedicado tanto a entender la “realidad humana”, al mismo tiempo ha olvidado mencionar aquello que nos constituye, fundamentalmente, el aspecto de la finitud, o sea, la muerte.
Algo importante a señalar es que esa muerte no es solo el final “terrible” al cual nos enfrentamos casi diariamente. Dicha categoría tiene muchos más matices. Yo solo me he decantado en este momento por una interpretación más general y filosófica, intentando clarificar los motivos por los cuales la muerte no es tenida en cuenta como un aspecto de la existencia, y en qué medida una revalorización de ese concepto —al margen de la manipulación política e intelectual— pudiera cambiar la idea que tenemos de la Filosofía.
Jorge González Arocha es Doctor en Ciencias Filosóficas y Licenciado en Filosofía en la Universidad de La Habana. Es profesor adjunto y conferencista, especialista en Filosofía contemporánea e Historia de la Filosofía. Ha publicado ensayos y artículos en medios nacionales e internacionales. En 2011 fue distinguido en el concurso de la revista Caimán Barbudo. Obtuvo primer premio en el Concurso UNESCO “Enséñame a pensar”, en 2013. Obtuvo premio de la revista Temas, en la categoría de ensayo en Ciencias Sociales, en 2015.
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