
Desde que trabajo, como investigadora, la obra de Martí, siempre he visto al profesor e investigador cubano Osmar Sánchez defender y estudiar la obra poética de Martí, sin importar el criterio de una encumbrada académica que decía que de la poesía de Martí se había escrito casi todo. Lo que constituye un contrasentido, al ser el cubano un escritor clásico de la lengua. Sus agudos estudios sobre los Versos libres son prueba de ello.
Con Versos libres ocurre un fenómeno muy peculiar y es que mientras más piensa el erudito que penetra en él, más inconmensurable este se le vuelve, sintiendo con la misma intensidad polisemia y altura estética. El profesor y ensayista Osmar Sánchez reconoce esta verdad en su acercamiento Exégesis de «Yugo y Estrella» y de «Águila Blanca», publicado en 1990. Ahí también esboza una afirmación original y, en cierto sentido, atrevida, a la que sigue la revelación de un signo o estado de la recepción del poemario, del nivel de los estudios sobre este, es decir, las carencias: «No obstante ser el conjunto de poemas más actual —y actuante— de José Martí, Versos libres no ha recibido aún, en sus planos tropológico y métrico, el estudio específico, develador de singularidades que demanda». Con lo que estamos de acuerdo, pues los estudios han tendido a sistematizar reveladoras generalizaciones de los aportes semántico-expresivos del libro, pero dada la complejidad de la estética y la poética del mismo, un estudio estilístico aún revelaría conocimientos nuevos dentro de la bibliografía martiana.
Entonces, a manera de colofón de aquella primera idea, Sánchez sitúa a la sinceridad como la causa que ha permitido a este libro vincularse más fuertemente a la modernidad, de entre todos sus libros. El ensayista une al análisis semántico del poema «Yugo y Estrella» su estudio métrico, rítmico y entonacional, y de tales razonamientos deriva la idea de que los poemas son libres también por la «tensión que el poeta establece entre la pausa sintáctica y la del verso, como desbordándolo». La segunda parte de su estudio hace referencia a los avatares de las diversas reconstrucciones del poema «Águila Blanca» por diferentes estudiosos como Hilario González, Juan Marinello, o los propios conformadores de la Edición Crítica de la Poesía Completa de José Martí, y se ofrece una opinión acerca de ellas, sin dejar de advertir la relación entre el plano ideotemático y el plano expresivo del poema. En ese sentido, es que se asume el análisis de sus apoyos y contrastes rítmico-semánticos y se demuestra el virtuosismo del verso martiano, precisamente también a través de aquellas líneas que desecha.
Del mismo autor es el trabajo «Versos libres: notas para un centenario conjetural». Aunque es un artículo periodístico, señala dos o tres condicionantes que delimitan sendas en la historia de la recepción del poemario. Y expone una contradicción que se verifica en la trascendencia de este libro:
Las tentativas por reconstruir o completar algunos de esos textos, o darles un orden en la secuencia del libro probable —si bien han quedado entrampadas por la ineludible conjetura en lo que concierne al número y la edición final de los textos— constituyen, quizá, la mejor muestra del valor intrínseco y la importancia histórico-literaria que se ha solido conceder a este conjunto. Probablemente, ese sea el único aspecto en que no han discrepado los sucesivos editores: ese núcleo macrotextual, como poemario, está inconcluso, pero sin él no es posible conocer el sistema poético en que se inscribe, ni calibrar en toda su envergadura las zonas visibles —Ismaelillo, Versos sencillos— del iceberg que tal sistema conforma.
El también profesor universitario expone las diversas tesis acerca de una aproximada ubicación del poemario en el devenir vital martiano, y deriva, del apunte de Martí encontrado en el poema «Media Noche» de Versos libres, la posibilidad de que continuara escribiendo poemas para este ciclo aún después del año 1891, igual que Emilio de Armas, aunque este poema haya sido situado en la edición crítica de su Poesía Completa, publicada en 1985, entre Ismaelillo y Versos sencillos.
En 1998 llegó a nuestras manos el trabajo «Las “patrias” del poeta, catorce notas sobre fronteras y un estudio (a propósito de los Versos libres de José Martí)» de Osmar Sánchez, que intenta reubicar semejante corpus literario martiano, tomando como base los numerosos acercamientos aportadores sobre él y sus líneas falsas de despliegue —digamos líneas de suposición— y reconstruir su arqueología literaria a partir de asociaciones, evidencias y caminos no muy tenidos en cuenta por la crítica. El ensayista hace depender la centralidad de Versos libres de sus alcances antitéticos:
Frontera es una palabra clave a propósito de Versos libres. No hay nivel constitutivo suyo ni dimensión sociodiscursiva de la que él participe en la que no intervenga la palabra, siempre como problema: poesía recuperada (canon martiano) / poesía desahuciada (periferia), sistema / fragmento, un solo libro posible / varios libros posibles, poemario(s) / antología, tradición / renovación, rechazo de la ciudad moderna / incorporación de asuntos propiciados por la ciudad moderna, cierre sobre el discurso de la poesía / apertura a otros discursos más o menos contiguos… La frontera entre espacio público y privado, tan comunicada en Martí con la existente entre palabra y silencio (o silenciamiento), no es lo menos importante de todas ellas al momento de explicar la suerte que ha tocado a ese protocuaderno.
Y termina su estudio con un detenido análisis textual de «Dos Patrias» que, a idea de Sánchez, es el poema que tematiza de forma más aguda las tensiones descritas en todo el conjunto y en toda la poesía martiana entre «patria» y «escritura».
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