Leopoldo Eugenio Hernández Espinosa nació en la Habana en 1936 y falleció el 14 de octubre hace apenas dos años. Director artístico y Director General del Teatro Caribeño, su obra, «María Antonia», lo ubica entre los clásicos de la dramaturgia cubana con uno de los más sólidos conjuntos de la literatura dramática cubana.
Estrenada en septiembre de 1967 en el Teatro Mella, bajo la dirección de Roberto Blanco, la pieza visibiliza personajes hasta ese momento marginados en la escena cubana. «La negra republicana», como la llamara el propio Eugenio, se presenta con una actitud desafiante e independiente ante el público.
Además, Hernández Espinosa es autor de decenas de piezas teatrales que han sido montadas por las principales agrupaciones teatrales cubanas y han sido versionadas para el cine y la televisión. Su literatura dramática celebra lo popular, con una mirada que evade prejuicios y estereotipos. Entre sus obras están: Mi socio Manolo, Calixta Comité, Emelina Cundiamor o Lagarto Pisabonito. Recibió en 2005 el Premio Nacional de Teatro y el Premio Nacional de Literatura en 2020.
A continuación Cubaliteraria reproduce las escenas finales de «María Antonia», tomadas de Teatro Escogido (Tomo I), de Eugenio Hernández Espinosa, con prólogo de Inés María Martiatu Terry publicado por la editorial Letras Cubanas.
María Antonia
Madrina y María Antonia se vuelven. Ante ellas, estallan simultáneamente las imágenes del mercado y la ciudad. Avanzan ambas. Aparece la casa de Madrina. Allí, la gente canta y baila con júbilo para Ochún.
HOMBRE 1. ¡Llegó María Antonia!
HOMBRE 2. Volvió la reina.
MUJER 1. Al fin, hija, al fin.
SANTERA 1. Vamos, tu madre quiere verte. Baila, hija de Ochún. Que tus días se abran entre nosotros llenos de gracia y amor.
SANTERA 2. Suerte, bendición y amparo para ti.
Madrina se mueve inquieta
MARÍA ANTONIA. (Cantando y bailando.)
Oro mi sola lekoddé
Oro mi sola
Lekoddé.
TODOS. (Cantando.) Oro mi sola
MARÍA ANTONIA. Lekoddé.
TODOS. Oro mi sola
MARÍA ANTONIA. Lekoddé.
TODOS. Oro mi sola…
La gente la rodea. Ríe, canta y baila voluptuosamente. Se sabe hermosa y sensual. En silencio Madrina reza a los dioses. Carlos aparece colérico.
CARLOS. (A voz en cuello.) ¡María Antonia!
Todo cesa de súbito. Silencio absoluto.
CARLOS. ¡Vengo a buscarte!
MARÍA ANTONIA. (Acercándosele.) Así que viniste. Yo lo sabía. Tendré siempre que hacerte la misma pregunta. ¿A dónde podríamos ir?
CARLOS. Bien lejos de aquí.
MARÍA ANTONIA. A la sombrita, escondidos como una vergüenza.
CARLOS. ¡Vámonos!
MARÍA ANTONIA. Yo no soy tuya. No soy de nadie. El tiempo se detuvo para hacerme soñar y lo hice contigo. Dame las gracias y vete.
CARLOS. (Violento.) ¡Dime qué no te hace feliz, anda, dímelo!
MARÍA ANTONIA. No me robes muchacho. Vete y vive. María Antonia no es mujer para ti.
CARLOS. ¡Yo soy muy macho pa’ que te burles de mí!
MARÍA ANTONIA. (Violenta.) Pues entonces, acércate.
MADRINA. (Trayéndole una manta y un abanico de Ochún.) María Antonia, hija, te traía esto para tu gracia.
MARÍA ANTONIA. (Se los arrebata. Se pone la manta y se abanica, retadora. Suelta los zapatos, gritando.) ¡María Antonia tiene sed, sed de hombre! ¡Tráiganme un jarro lleno de hombres! ¿Quién mandó a parar? ¡Sigan!, sigan tocando, que Ochún quiere alegría. (Silencio absoluto. Cantando.) Yeye bi obbi tosúo…
CARLOS. (Sacando el cuchillo.) ¡María Antonia!
La gente trata de aguantarlo.
MARÍA ANTONIA. ¡Déjenlo, que ese no tiene paso para mí!
Carlos logra zafarse, queda frente a ella empuñando el cuchillo.
VOCES 1. ¡Rájala!
VOCES 2. Ten cuidado muchacho.
VOCES 3. ¡Dale!
VOCES 4. No te dejes coger la baja.
VOCES 5. Compórtate como un hombre.
VOCES 6. Ya no respetan ni a los santos.
VOCES 7. Dale un escarmiento.
VOCES 8. ¿Hasta cuándo va a durar esta mujer?
MARÍA ANTONIA. ¡A ver si tienes tú la sangre para ganarme! (Comienza a bailar retadoramente. Ríe.)
MADRINA. (Reza. Suplicante.) ¡Ay! ¡Yemayá Olokun, madre de agua, óyeme; wanaché ilé wanaché Obara, wanaché abalonké wanaché aina wanaché Beyi Oro. Wanaché Dáda. Wanaché tackué kaidé alabá konkido. Oloddumare.
María Antonia tira la manta y el abanico. Comienza a arrancarse la ropa. Baila voluptuosa. Carlos corre hacia ella. Silencio. Se miran fijamente.
MARÍA ANTONIA. ¡Nunca saques un arma si no vas a usarla!
Carlos, desesperadamente, la abraza.
MARÍA ANTONIA. ¡Dale!
Carlos, con violencia, le hunde el cuchillo en su sexo. María Antonia contiene un grito. Se besan. Se desprende de él. Gira dando un grito. Ochún la ha poseído. Cae muerta. Silencio. Cumachela aúlla. Atraviesa la escena.
TINO. (Desde afuera.) ¡Mataron a María Antonia! ¡Tremenda puñalá! ¡Un bárbaro el tipo! ¡La pilló con otro; ella estaba enyerbá y empezó a bailar! Le fue pa’ arriba. El socio hasta le rogó, ella lo despretigió gritándole que no era hombre; se arrancó el vestido: ¡dale! Una sola y no hizo el cuento. Un manantial de sangre. ¡El macho la rajó en dos! (Ríe burlón).
CARLOS. (Desgarrador.) ¡Ay!
TELÓN
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