«Tienes la palabra» es el leitmotiv que desde hace meses vemos en radio, televisión y prensa cubanas, y que agrupa todo aquello que en nuestro país se hace para conmemorar los 60 años de Palabras a los Intelectuales.
Palabras… fue el resultado de los tres encuentros del Comandante en Jefe Fidel Castro y artistas y escritores cubanos en el Teatro de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí (BNCJM), antesala del congreso que diera lugar a la Uneac dos meses más tarde.
Cubaliteraria inaugura con una entrevista a Omar Valiño, director de la BNCJM, una serie de artículos que, bajo el nombre de «Volver a Palabras 60 años después», se referirán a la importancia y vigencia del discurso de Fidel.
Para Valiño no ha habido en tiempos recientes, de la ya larga historia de nuestra Revolución, otro momento de mayor confrontación que este, acentuado desde hace un año, bajo pandemia, con la pelea por la reelección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos y todo lo que arrastró a pesar de no conseguirlo.
Esa es la causa más cercana de todo este nuevo escenario de agresiones— acotó el teatrólogo— pero se trata de una guerra claramente simbólica con la fascinante vía de las redes, que todo el mundo la utiliza, como facilitadora de «disparos», falsedades y linchamientos.
En este contexto, debemos releer el discurso de Fidel y mirarlo con respecto a lo que estamos viviendo.
De acuerdo con Valiño, tanto quienes atacan el discurso, como aquellos que lo defienden, lo han reducido a una frase, a un cliché, o unas pocas ideas; sin embargo, si uno se lo lee de manera íntegra, asiste a las dinámicas de las polémicas que le dieron lugar a Palabras…, y a cómo Fidel las aborda, interpreta y trata de dar caminos y soluciones.
Esa aplicación en el contexto actual sería verdaderamente su vigencia más expedita, sentenció.
Asimismo, destacó que en junio de 1961 Fidel no había cumplido aún 35 años, y la mayoría de los intelectuales con los que conversó en esos encuentros tenían mucha más edad, reto tremendo que enfrentó en un terreno tan complejo como lo es el de las artes y la cultura. «Es un dato que suele olvidarse, y a mí me parece importante».
No queremos enmarcar el discurso, sino que sirva a esa guerra simbólica, a esa confrontación y a los problemas reales que se nos plantean seis décadas después, finalizó.
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