Yo soy el Rufo y no me rindo, del laureado escritor y profesor uruguayo-cubano, Daniel Chavarría (1933-2018), Premio Nacional de Literatura, es el título del libro publicado por la Editorial Letras Cubanas, y prologado por el politólogo Rafael Hernández, director de la revista Temas.
Este volumen se caracteriza, fundamentalmente, por el carácter de liderazgo y clandestinidad, de errores y proezas, donde la historiografía va más allá de la exposición novelada para convertirse en un proceso de recuperación de quiénes somos en la patria grande latinoamericana, soñada por Bolívar, Martí, Che, Chávez y Fidel.
Nuestro continente está amenazado —desde el siglo XIX— por la rapiña y la rapacidad del imperio estadounidense, que lo percibe como su «patio trasero».
Por otra parte, es indispensable hablar de la memoria y el olvido como pérdida y sustitución. Por ello, el ilustre intelectual suramericano escribió este texto, dedicado —básicamente— a la juventud más o menos rebelde, más o menos inquieta, pero que es capaz de leer no solo tratados políticos, sino también libros científico-técnicos y artístico-literarios.
A la «arcilla fundamental que sostiene nuestra sociedad», al decir del comandante Ernesto Guevara de la Serna (1928-1967), el autor de las mejores novelas policiacas publicadas en el archipiélago cubano y en Iberoamérica, espera atraer la atención e interés de los bisoños lectores, sobre todo con el uso inteligente de la emoción.
Esta obra relata una historia que incluye el movimiento guerrillero de los 60 y 70 de la pasada centuria, desde la República Federativa de Brasil hasta las Repúblicas de El Salvador y Colombia, donde el proceso revolucionario cubano tuvo una influencia decisiva. De ahí que sea un libro importante no solo para entender el pensamiento y la dimensión histórica de Raúl Sendic (1925-1989), sino también para entender lo que está aconteciendo hoy en América Latina, y lo que se avizora en un futuro no muy lejano en el tempo síquico.
Yo soy el Rufo… es una historia de revolucionarios, pero no es una odisea revolucionaria. No se trata de personajes ideales que siempre tuvieran la razón o que siempre supieran lo que tenían o debían hacer, sino de personas reales con virtudes, defectos, inconsistencias debilidades, necesidades, pero involucrados en historias reales, que lograban —no obstante las imperfecciones humanas que los identificaran en la lucha y fuera de ella— convencer, crear, confundir al enemigo una y otra vez, y que dentro de la misma imperfección legaron un ser social y las raíces del cambio político en la República Oriental del Uruguay.
Este volumen registra acontecimientos y facetas del líder de los Tupamaros, que —de otra manera— no hubieran visto la luz de la publicidad, porque vienen narradas de primera mano y de una construcción del hecho literario a partir de la búsqueda de lo vivencial y el testimonio.
El autor evoca en su memoria poética a los familiares, así como a vecinos colindantes, de la familia Sendic, y los entronca luego con la perspectiva más conocida de quien fuera procurador, guerrillero y político, pero sobre todo líder de la guerrilla urbana más famosa del siglo pasado en el continente americano: el Movimiento de los Tupamaros, el cual no fue una organización monolítica, irreprensible o absoluta, pero sí posee —como su principal artífice— una memoria que vale la pena ser contada y leída.
En las páginas de este libro, Daniel Chavarría refleja —con meridiana claridad— a una figura histórica que califica de «verdadero Quijote uruguayo», y es coherente con dicho criterio cuando describe a un hombre, cuyas cualidades atentaban hasta contra sí mismo, tal y como la romántica concepción del héroe de don Miguel de Cervantes y Saavedra (1547-1616) lo llevara reiteradamente al fracaso.
Si bien Yo soy el Rufo… linda con la apología, no deja de mostrar la valentía desmedida de Raúl Sendic, su afición al peligro y la búsqueda de un orden justiciero que atentaba contra su propia capacidad de mando.
Por último, se trata de una aventura compleja y complicada, que se propone comprometer con la trama a los jóvenes lectores, incluidos aquellos que no sean ni un poco rebeldes, ni siquiera un poco inquietos, pero sí con un mínimo de sensibilidad y de amor a la historia «desde el Río Bravo hasta La Patagonia».
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