A los dieciocho años de edad el poeta, ensayista y crítico literario Virgilio López Lemus, descubrió que su mayor y única vocación era la literatura. Sus primeras obras fueron textos poéticos y posteriormente libros de cuentos que nunca llegó a publicar porque no se considera un buen narrador. Poco tiempo después, sin embargo, escribió su primer libro titulado Hacia la luz y hacia la vida. Y desde entonces no ha dejado de escribir llegando a conformar una prolífera obra literaria integrada por catorce libros de poemas y veintiocho ensayos. Graduado de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana, el también profesor e investigador y doctor en Ciencias Filológicas, asegura que tanto como su inclinación por la lectura «nació en mí de manera espontánea la necesidad de escribir».
¿Y qué representa escribir para López Lemus?
«Para mí, escribir es la vida. He abandonado actividades muy importantes para la mayoría de las personas, como fiestas, paseos y reuniones de amigos, para dedicarme a la creación literaria. En realidad, mi gusto por la literatura es tal que no percibo cómo transcurre el tiempo, ni siento necesidad de realizar otras actividades.
«Probablemente haya heredado esa pasión de una tía materna que escribía cuentos para la radio provincial de Villa Clara y de un tío paterno que era muy amante de la poesía y leía a la par de mis abuelos paternos.
«Entonces quizá en mi familia había una predisposición genética hacia la lectura y la escritura. Así me fui inclinando primero por los libros de cuentos infantiles, luego, cuando triunfó la Revolución, leí más de una veintena de novelas de realismo socialista. Y sin darme cuenta la literatura me fue absorbiendo hasta que comencé a ser conscientemente un escritor entre los veinte y veintiún años de edad».
Y aunque considera que no es un mérito, si no hubiera dedicado la mayor parte de su vida a la creación literaria habría privado a los lectores cubanos y de otras naciones como España, Italia, Colombia, México y Brasil del placer de leer, por ejemplo, García Márquez, una vocación incontenible, su tesis de graduación devenida interesante y atractivo libro que tuvo tres ediciones; Palabras de trasfondo y del reconocido volumen El pan de Aser, inspirado en el personaje bíblico del mismo nombre, entre otros muchos títulos.
Asimismo, de más de una treintena de compilaciones con prólogo y notas sobre autores cubanos, catorce antologías de la poesía nacional y la coautoría de siete libros. No obstante, su incansable y constante quehacer literario no ha cesado y a sus setenta y cinco años de edad trabaja «en la redacción de otros nuevos títulos, mientras algunos ya se encuentran en imprenta listos para publicar».
Recientemente concluyó en La Habana la trigésima primera edición de la Feria Internacional del Libro. ¿Cuál fue su participación en ese evento considerado el más abarcador de las propuestas culturales que tienen lugar en nuestro país?
«Presenté en la Feria un libro del poeta Alberto Acosta Pérez. Es ese el primer texto de poesía sobre el cine que publica la editorial del Icaic. Mientras que de mi autoría presenté dos libros. El primero tiene por título Elogios y preludios de poemas cubanos. Incluye el análisis de setenta y dos poemas antológicos de nuestra poesía. Está conformado por trescientas páginas y a mi juicio resulta muy útil para el mundo docente y para los amantes de la poesía.
«También Las aguas y el espejo, publicado en Matanzas por la editorial de la Asociación Hermanos Saíz. En ambos casos se trata de libros impresos. Di a conocer igualmente textos de otros autores. Uno editado por mí, Siempre en combate, del General de Cuerpo de Ejército Espinosa Martín, su autor, y otro título muy hermoso de poemas escrito por Carmen Serrano.
«La Feria del Libro de este año recuperó una tradición que se había perdido un poco a causa de la pandemia, de ahí que esta edición es resultado del esfuerzo enorme de muchas personas. En mi opinión fue una feria exitosa y como para cualquier escritor representó una etapa, un momento de realización, de fiesta, un espacio que volvió a auspiciar el encuentro entre editores y escritores, no pocos de ellos provenientes de otras provincias del país y de varias partes del mundo, con los cuales intercambiamos, produciéndose un encuentro verdaderamente enriquecedor y de gran utilidad para todos.
«La mayor limitación de la Feria en esta 31 edición fue la escasez, la carencia de papel. Lo que provoca que los libros se vayan acumulando en gavetas y computadoras. En mi caso particular tengo seis títulos entregados a editoriales que no han podido ser publicados, a estos se suman otros siete concluidos o en proceso de terminación, guardados en mi computadora. Por tanto, la carencia de papel es un duro golpe no solo para los escritores, afecta del mismo modo a los lectores, resintiéndose mucho esa hermosa campaña por la lectura que desde hace algún tiempo desarrollamos en toda la Isla y daña, en general, el proceso literario de la nación. De cualquier manera, no dejamos de soñar con la celebración de una Feria tan rica como aquellas organizadas hasta el 2020».
Algunas personas, a partir del desarrollo y alcance de las nuevas tecnologías y de las propias dificultades que tiene el país con el papel, aseguran que el libro impreso se encuentra ya en sus postrimerías. Al tiempo que otras consideran lo contrario. Usted, que milita en el grupo de los grandes conocedores del tema, ¿qué opinión tiene al respecto?
«No dudo que para los jóvenes el libro en formato digital sea el de su preferencia. Pero no ocurre lo mismo con las personas de la tercera edad, que somos muchos y representamos un alto por ciento de la población cubana.
«El libro impreso no será sustituido ni en un siglo por delante, lo afirmo categóricamente. Y ese razonamiento no carece de fundamento: cuando apareció la radio se suponía que la prensa escrita iba a disminuir y sucedió todo lo contrario. Cuando apareció la televisión se aseguraba que la radio desaparecería y por el contrario la radio tuvo un nuevo auge y ese rejuvenecer fue tal que justo hace solo unos días arribó a su centenario.
«Cuando comenzó a extenderse el uso de la computadora se dijo que el mundo de la computación dañaría el mundo de la impresión. Todo lo contrario. Lo que está ocurriendo realmente es que ha surgido un mundo bidireccional. Las editoriales publican una cantidad determinada de libros en formato digital y otra muy similar de libros impresos sobre papel, según sean las demandas. O sea, que el libro digital representa una mezcla, una nueva opción para la lectura, principalmente para los jóvenes, quienes hacen mayor uso de este formato. Aunque desconozco si están leyendo libros completos, al menos aquellos que pertenecen al mundo literario. Algunos estudiantes sí, porque la bibliografía que necesitan frecuentemente la encuentran en formato digital. Pero géneros como la poesía, por ejemplo, es muy difícil llevarla a ese novedoso formato porque necesita de visualización, de compenetración entre el libro y el libro que el mundo digital no ofrece con la misma intensidad. Digitalizados tal vez puedan leerse dos o tres poemas sueltos, mas no libros completos. Una situación similar ocurre con las novelas, sobre todo cuando se trata de una novela larga.
«A ello se añade que el libro impreso tiene su encanto. Es capaz de crear una intimidad que no la produce el libro digital, ese que es leído con el uso del teléfono o de la computadora. Por eso considero que el libro impreso sobrevivirá como sobrevivieron los periódicos a la digitalización y como han sobrevivido los demás medios. Sólo ha ocurrido una complementación».
En sus creaciones literarias hay prevalencia del ensayo y la poesía. ¿En cuál de estos géneros literarios se siente más a gusto?
«Eso depende. Escribo ensayos prácticamente todos los días, ya sean de crítica literaria o ensayos de reflexión. La poesía, en cambio, —me gusta todavía la palabra— requiere inspiración. La poesía viene en un momento determinado, ya sea de tristeza, de un golpe emocional que se recibe, de alguna frase que uno escucha o lee y de pronto surgen dos o tres, cuatro poemas y hasta un libro. Es decir, que la poesía tiene sus momentos. La poesía es un arte de la escritura que tiene una diferencia esencial con relación a la prosa. La prosa puede escribirse diariamente, la poesía no. La poesía requiere el momento raro de la emoción, como afirmara José Martí».
¿Cuál es para usted su mejor libro, aquel que ha marcado de manera especial su carrera o tal vez su vida?
«Si acaso he escrito algún libro importante, diría que mi mejor libro, el que he escrito con mayor pasión, es Narciso, las aguas y el espejo. Un texto muy relacionado con este que acabo de presentar en la Feria titulado Las aguas y el espejo argumentando en el concepto de la poesía, de la teoría de la poesía. Mientras que el de mayor repercusión, ya con tres ediciones, y confieso que es el único de mis libros que las personas han hecho cola para adquirirlo, es Métrica, verso libre y poesía experimental de la lengua española. No es un libro creativo como casi todos los que he escrito, sino más bien de carácter científico».
Una de las mayores aspiraciones de este laureado escritor, autor de significativos aportes a la literatura cubana y universal, es que: «ojalá yo sea un autor leído y asimilado por el lector de mi país, porque justamente para el lector cubano, dondequiera que se encuentre, escribo. A pesar de que más de una decena de mis libros son conocidos en varios países europeos y de nuestra región, siempre he preferido que sean publicados en Cuba».
Y reitera: «Si algo soy es un escritor cubano».
¿Premios, distinciones recibidas?
«Recientemente, en 2020, recibí el Premio de Ensayo otorgado por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Antes había obtenido en Canarias, España, el Premio de Ensayo de Humanidades. Recibí ese galardón precisamente con el texto Narciso, las aguas y el espejo.
«El Festival Internacional de Poesía de La Habana me otorgó el Premio Rafael Alberti de poesía. Por su lado, el Centro Iberoamericano de la Décima y el Verso Improvisado me distinguió el pasado año con el Premio Iberoamericano Indio Naborí por la obra de la vida.
«Soy también Hijo Ilustre de la provincia de Sancti Spíritus, además de Hijo Distinguido de la Ciudad de Cienfuegos y Visitante Distinguido de Veracruz.
«Asimismo, agradezco la entrega de la Distinción por la Cultura Nacional, del galardón Maestro de Juventudes, de la Medalla Alejo Carpentier y la Orden Carlos J. Finlay por mi trabajo científico sobre el mundo de la ensayística y las humanidades».
Para concluir, ¿qué mensaje le enviaría a los jóvenes cubanos, en particular a los escritores noveles?
«Leer a toda costa y por todas las vías. No solo se leen libros por internet, ni libros digitalizados o sobre papel. Se lee en la naturaleza, en el rostro humano, en las nubes, en los árboles, en la vida cotidiana. Considero que la lectura no es solo enfrentarse a un libro. Lectura es, de la misma manera, mirar e interpretar, aprender y aprehender de la vida».
Con total apego a su arraigada cubanía y a la doctrina martiana, fue el propio Virgilio quien dio título a este texto. Por ello, por el privilegio de concedernos esta exclusiva y especialmente por su prolífera y valiosa obra literaria que engrandece las letras cubanas, gracias.
***
Tomado de Revista La Jiribilla
Puede descargar gratuitamente en nuestro Portal su Veinte veces el amor en formato ePub y acceder a su Columna de autor.
Visitas: 22
Deja un comentario