José Miguel Sánchez (Yoss) es siempre foco de atención. Con su pintoresca imagen de rockero, marca enseguida un espacio desde su defensa, tenaz y desenfadada, de la ciencia ficción (CF) made in Cuba. Vinculado a numerosos proyectos concebidos para la promoción de este subgénero literario en la Isla, Yoss es, asimismo, uno de sus autores más emblemáticos. De hecho, acaba de publicar un nuevo volumen: Etcétera… y otras cosas (Ediciones Matanzas, 2019), con relatos marcados por una sorprendente voluntad experimental, y anuncia varios títulos en sellos internacionales. En la Feria del Libro de Matanzas, donde presentó Etcétera…, Yoss ofreció esta entrevista, en exclusiva para Cubaliteraria.
¿Cómo es que se llega atener más de medio centenar de libros publicados?
Escribo mucho. Sin parar. Me gusta más estar escribiendo que haber escrito. No soy de los que sufren este proceso, de los que bajan de peso, se estresan. Al contrario. Al llegar al punto final de una historia es cuando pudiera sentirme deprimido. Entonces me digo: «Se acabó esto, me tengo que despedir de estos personajes, aunque no quisiera». Lo que quisiera es seguir, seguir…
En algún momento pensé que la cantidad de mis libros podría superar mi edad, y ya lo he conseguido. Con este, ya tengo 53 publicados, en tanto otros cuatro más se hallan a punto de salir en editoriales extranjeras: tres novelas en Rusia, China y Canadá, y también un volumen de cuentos en este último país.
Algunos me dicen: «Qué suerte has tenido, ¡te han publicado tanto!». Puede que sí. Pero lo que en verdad creo es que he escrito mucho. Me han publicado mucho porque he escrito mucho. Y eso a pesar de que en mi caso se cumple el principio del iceberg hemingwayano: cada uno de mis libros impresos es la cima visible de una gran cantidad que no han salido a la luz.
¿De esto último que dices deberíamos inferir que has roto mucho…, sin piedad?
Pues no. A mí nunca me ha gustado romper nada. Lo que hago es ir dejando historias atrás. Al pasar los meses, los años, me pregunto no pocas veces qué hubiese sucedido de haberlas sacado en su momento. En algunos casos me gana la tentación y, después de una reescritura, las publico. El resto queda ahí. Me da por pensar en lo que dicen los viejos: «Guarda pan para mayo». Si algúncdía no se me ocurriese nada más, si algún día el pozo se me secase (aquí tenemos a Hemingway otra vez), no tendría de qué preocuparme: dispondría de una gran reserva de ideas, de historias. De hecho, si ahora me pidieran todos los papeles que están conmigo habría 30 o 35 libros más.
¿Y a qué se debe que este último volumen tuyo, Etcétera… y otras cosas, se haya resistido, como has confesado, a tu ímpetu escritural?
Algunos libros se hacen de un tirón, en un pestañazo, pero otros requieren de un proceso más largo, de acumulación, un ir gota a gota hasta que se desborde. Es el caso de Etcétera... El primero de sus nueve relatos lo escribí en 2001; el último, en 2017. Es un libro que pensé mucho. Textos difíciles de concebir. De esos que nose escriben todos los meses ni todos los años. Se basan en una reapropiación de los códigos no literarios. Historias a modo de receta de cocina, de prospecto farmacéutico, de instrucciones para un equipo que al final no se sabe qué es, de un discurso, de diccionario alienígena, de spanglish… Paratextos. Desde sus lógicas intrínsecas, subrepticiamente, van creciendo, desarrollándose los cuentos. Cuentos como Dios manda. Aprovechando estas otras estructuras, pero cuentos.
Los asumí como un reto conceptual, técnico. Fue, otra vez, una respuesta a esos que menosprecian a la CF, a la fantasía… Yo me dije: vamos a buscar algo que les rice el rizo, que les demuestre que la CF puede hacer gárgaras con cualquier reto que se proponga. La CF tiene una larga tradición de autores que jugando con las ideas han descubierto estilos nuevos, caminos nuevos. Pudiera citarte a 10, a 13 o a muchos más, pero te voy ahablar de uno solo: el inglés Brian Alddis. Es impresionante lo que logró con la novela A cabeza descalza. Se imaginó una Tercera Guerra Mundial pero no con bombas atómicas sino alucinógenas. El lenguaje es de aparente incoherencia, es como un flujo libre, pero tiene en el fondo un sentido y nunca se aleja del argumento. Hay que leerlo.
¿Denuncias que a estas alturas sigue siendo menospreciada la CF?
Tal y como sucedió durante tanto tiempo con el policiaco, hay quienes aún siguen viendo a la CF desde los prejuicios. Me refiero a determinados círculos. A grupos esquemáticos, conservadores, que acusan a la CF de no ser Verdadera Literatura, Gran Literatura, sino mera literatura de masas, de evasión. Yo siempre les digo: ¿y cuál es el problema de la evasión? A los únicos que les preocupa la evasión es a los carceleros. ¿Quieren ser ustedes los carceleros que encierran la imaginación ajena? Yo persisto. Sigo escribiéndola, incluso con mayor pasión, con mayor fe. Soy de esos que cuando ven un muro no le dan la vuelta sino que le caen a cabezazos hasta romperlo.
Por otra parte, habría que referirsea la gran cantidad de seguidores de la CF y de la fantasía…
La literatura de CF es junto con la de fantasía una de las más buscadas por las nuevas generaciones. Generaciones que crecieron alimentados por los audiovisuales de Harry Potter, que crecieron viendo Juego de tronos, que quieren disfrutar de historias como esas pero que estén hechas y tengan su epicentro en Cuba. Generaciones que se te acercan y exigen: «¿Por qué nada más hay que ver elfos y dragones?, ¿por qué no podemos ver cemíes y madres de agua, cosas que transcurran en Cuba?».
Los lectores de CF, el llamado dominio fandom, son increíblemente coherentes, persistentes, fieles. Siguen yendo a las convenciones, siguen comprando y devorando nuestros libros con la misma pasión. Ves esa cantidad de gente y te das cuenta de que hay abuelos con sus hijos y nietos, ¡tres generaciones! ¿Qué buscan? ¿Qué encuentran? Lo que pasa es que la imaginación es un instrumento indispensable para resistir a la realidad. Eso lo hallan en nuestras historias.
Hay algo más que debe decirse. Algo muy peculiar. A diferencia de otros géneros literarios resulta muy común, tanto en la CF como en la fantasía, que repentinamente nuestro público se vuelve artista. Gran parte de los que han consumido nuestra literatura un buen día dan un paso adelante y dicen: «Queremos hacerlo también». Luego, ya escritores, saben que son parte de ese fandom, al que se deben, al que se entregan. Algo que a mi juicio no pasa en el llamado mainstrain…, donde el escritor suele encerrarse en su torre de marfil y desde allí hacer reverencias solo a críticos, a otros escritores… Pero nosotros escribimos siempre pensando en los lectores que una vez fuimos y, a menudo, seguimos siendo para siempre.
Y esa aptitud, ese espíritu, es predominante en los grupos de creación que han ido surgiendo en el país. En La Habana está Espacio Abierto, con 11 años, del que soy fundador; está DIALFa-Hermes, que celebra el evento Behíque; está Arcángel, centrado en las artes visuales relacionadas con el fantástico; está Saloma, que pone bandas sonoras a imaginerías celtas… Aquí mismo en Matanzas se ha revitalizado el taller Ángel Arango, con el empuje de Raúl Piad, y en general, a lo largo de la Isla, hay pequeños núcleos que en los próximos años serán claves. Esto no es más que una oportunidad para comunicarnos en todas circunstancias. Soplando las velas en la misma dirección…
Me resulta muy interesante la vitalidad de estos grupos de creación, de estos espacios que motivan el intercambio. En el caso específico de la CF, tan ligada a la ciencia, a la tecnología, al futuro, ¿cuánto se requiere de preparación, de investigación?
Una de las razones por las que yo me convertí en escritor de CF es porque me hallaba ante la coartada ideal para investigar cuanta cosa me interesa. Cuando mi mamá me dice cosas como esta: «Pero qué haces, ayer estabas leyendo un libro sobre los tanques en la Segunda Guerra Mundial, y hoy este sobre el culto al cargo en el Pacífico», suelo responderle que estoy reuniendo información para un proyecto de escritura que tengo en mente. A lo mejor no estoy reuniendo nada pero en ese momento me pregunto cómo puedo relacionar ambas cosas y cuando vengo a ver ya estoy poniendo manos a la obra. Creo que uno va acumulando cosas, elementos, ideas, cultural general, y luego, tarde o temprano, se producen cortocircuitos como cuando uno va tirando elementos electrónicos uno encima de otro. Ahora bien, yo creo que la investigación es clave en toda la literatura en general. Los poetas, de una manera u otra, investigan; los narradores, los dramaturgos, los ensayistas… también. En mi caso particular, y pienso que sea también la experiencia de otros, la mayor parte de las veces no sé delimitar hasta dónde es la imaginación o la investigación…
En esta campaña constante a favor de la CF, ¿qué le dirías a los potenciales lectores, qué les prometerías que van a encontrar a todos los que se internen en estas páginas donde el futuro tiene por lo general un lugar predominante?
Equivocadamente se piensa que la CF es una literatura que habla sobre el futuro. Pero la verdad es que no hace más que hablar del hoy. La CF coloca un espejo en el futuro para comprender mejor el presente. En ese sentido la CF a veces es la literatura ideal para acompañarnos en nuestro devenir. Cuando uno escribe un libro marcado por el realismo puede que dos o tres años después de ser publicado ya no sea más que historia. Con la CF, es obvio, no pasa esto. Siempre está más allá. Es la literatura del cambio. Por otra parte, es bueno especificar que no está concebida para reflejar nuevas ciencias o tecnologías sino para ver cómo reacciona ante las mismas el ser humano, cómo se adapta, cómo complejiza o simplifica su vida. La CF nos prepara para el futuro, el cual, ya ha quedado claro, siempre nos sorprende. Lo único que podemos tener es ciertos planes, a ver si da la casualidad que el futuro nos complace cayendo dentro de uno de esos planes. La CF exige una capacidad de pensar «fuera de la caja», con mente abierta, lo que es básico para enfrentar lo que viene.
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