
Cubaliteraria comparte cuatro cuentos del poeta, narrador, ensayista y periodista Félix Pita Rodríguez (Bejucal, 1909-La Habana 1990).
Evocación de dioses
Este salón de las civilizaciones indígenas es el más poseído del silencio, rey de todo el museo, aquí flota sobre los dioses de figuras horripilantes, se acopla sobre las diosas de líneas delicadas y llena los agujeros negros de las piedras de los sacrificios.
Los ídolos aztecas, totonecas y chichimecas, separados por familiares sobre los estantes de madera brillante, se contemplan mutuamente como preguntándose: «¿Quién será este hombre que no se dobla ante nosotros? ¿Cómo se atreverá a mirarnos cara a cara? ¿Es por ventura que no teme a nuestros hijos. Los broncíneos hércules que llevan en la cabeza coloreadas plumas y portan a la espalda el poderoso arco?».
Y hubo un momento en que todos se estremecieron desde la altura de su trono de madera brillante, Ilenando el silencio de un escándalo mudo, y su estremecimiento se transmitió a los escaparates que crujieron tenuemente.
Salí de la sala temeroso de las iras de los dioses irritados por mi sacrilegio, y en un postrer movimiento de terror me curvé respetuosamente ante una diosa de muchos brazos que guardaba la puerta.
Desde la sala contigua me sonreía una mantilla española de colores alegres que se mostraba, orgullosa de su belleza, tras el cristal de una vitrina.
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La escala
Esta escalera, que me lleva al piso superior, tiene un olor muy pronunciado a siglos pasados: a ambos lados, breviario en mano, hacen guardia perenne gigantescos obispos con cara de guerreros medioevales.
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Barbas románticas
¡Oh, las barbas patriarcales del emperador de la mala suerte! Desde el fondo de sus ojos sin luz, me mira un broncíneo Maximiliano; a su lado, coloso caballo muy blanco, muestra, quizás orgulloso de su tipo aristócrata, el tesoro de sus barbas de oro que le caen sobre el pecho como dos cascadas gemelas.
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Bendición
«Esta silla perteneció a don Miguel Hidalgo», reza la tarjeta prendida a su espalda; y por un momento, ¡oh mágico poder de la evocación!, me parece ver la venerable figura del anciano de acero, que lanza su bendición desde la vieja silla a la que los años le han ido comiendo trocitos.
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Sobre el autor
Félix Pita Rodríguez (Bejucal, 1909-La Habana, 1990). Poeta, narrador, ensayista, periodista, autor teatral, escritor de radio y televisión, traductor y crítico literario. Colaboró en las principales publicaciones de la vanguardia cubana, como la Revista de Avance, Social, Atuei y el suplemento literario del Diario de la Marina. Ganó en 1946 el prestigioso Premio Internacional «Hernández Catá» con el cuento “Cosmey Damián”. Como reconocimiento a la obra de toda la vida se le concedió en 1986 el Premio Nacional de Literatura.
Entre sus obras podemos citar San Abul de Montecallado (cuento, 1945), Corcel de fuego (poesía, 1948), Tobías (cuento, 1955), Las crónicas. Poesía bajo consigna (poesía, 1961), Historia tan natural (poesía, 1971), Elogio de Marco Polo (prosa, 1974), La pipa de cerezo y otros cuentos (cuento, 1987).
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