
El Legado del Caos, del escritor y dramaturgo Nicolás Dorr (1947-2018), Premio Nacional de Teatro, es el título del libro, publicado por Ediciones UNIÓN, y laureado con el Premio UNEAC de Novela 2017.
La trama de dicha novela —la primera escrita por el genial dramaturgo habanero, y con la cual, según me confesara en una entrevista (quizás una de las últimas que se le hicieran en vida), «me he graduado como escritor»—, se desarrolla durante cuatro convulsos días del mes de abril de 1980 y los personajes protagónicos son «Fela», «Nenita» y «Gerardo», quienes con sus defectos, contradicciones internas y demás características personológicas negativas, transportan al lector a sus tumultuosas vidas, signadas por intrigas, violencia, frustraciones, amor (¿?), perversidad y erotismo, que se fusionan en letal abrazo para ofrecer una inquisitiva mirada a un entorno socio-familiar condicionado por la confusión y el desorden; con pocas palabras, una suerte de «Torre de Babel» tropical.
Ahora, cabría formular una pregunta interesante: ¿de qué recursos psicológicos se valió Nicolás Dorr para elaborar la estructura de tan enrevesados personajes? Del Psicoanálisis ortodoxo y lacaniano; doctrina con la que se familiarizó durante su estancia en Argentina y Venezuela, donde la orientación psicodinámica crece «silvestre», no solo en el campo de las neurociencias (su origen), sino también en el de la cultura (incluida, por supuesto, la literatura y el teatro).
En esos personajes, creados por la fecunda imaginación del autor de Las Pericas, Una casa colonial y Confesiones en el barrio chino, se puede percibir una lucha constante entre el yo (conciencia)y el ello (inconsciente) o entre el yo y el superyó (código ético-moral que supervisa las acciones del sujeto, según lo establecido por la vigente programación socio-cultural, que responde a intereses, y no a realidades); lucha generadora de graves conflictos emocionales que desgastan —desde los puntos de vista corporal, psíquico y espiritual— a los personajes principales de tan apasionante, pero turbulenta historia, que le hace honor al título de la novela.
El Legado del Caos consta de nueve capítulos (los mismos que integran los círculos del «infierno dantesco»), y al mismo tiempo, remite al lector —mediante sutiles, pero bien fundamentados artificios— a la emblemática obra del genial escritor Dante Alighieri, uno de los padres del Renacimiento Italiano, para invitarlo a dar un fascinante viaje al interior del Caos, o mejor, al centro mismo del componente instintivo del inconsciente freudiano, donde se encuentra la «bestia salvaje» que llevamos dentro, y que solo la Madre Teresa, que yace en el componente espiritual, puede con sus tiernas caricias dulcificarla y aplacarla.
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