
Ser cubano. Identidad, nacionalidad y cultura, del doctor Louis A. Pérez Jr., profesor de Historia de Cuba en la universidad estadounidense de Carolina del Norte, es el título del libro publicado por la Editorial Ciencias Sociales.
En ese texto, escrito con marcado rigor profesional —sustentado en el conocimiento ancho y lejano de los métodos de investigación histórica y sociocultural— el también escritor e investigador cubano-americano analiza e interpreta las complejas relaciones culturales entre la mayor de las Antillas y el poderoso vecino del norte, en el período comprendido entre 1850 y 1959; fecha en que triunfa la Revolución Cubana, encabezada por el joven abogado Fidel Castro Ruz (1926-2016).
En consecuencia, se produjo un cambio radical en el carácter de esos vínculos, signados por la influencia hegemónica estadounidense sobre la ínsula caribeña, el intercambio mutuo que se estableciera entre los dos pueblos y las dos culturas, la formación, los avatares y los desasosiegos de la idea nacionalista cubana desde el siglo XIX hasta la clarinada revolucionaria. Sin olvidar —por supuesto— la función «clave» desempeñada en ese lapso socio-histórico por el férreo control económico que ejerciera el imperio norteño sobre la codiciada Llave del Golfo, la dominación política y las intervenciones norteamericanas que —solicitadas por mandatarios pro-yanquis y amparadas en la Enmienda Platt— tuvieron lugar después de la constitución de la República el 20 de mayo de 1902.
La obra parte de la historiografía cubano-americana contemporánea, se estructura sobre la base de siete grandes capítulos, anexos, así como de una extensa bibliografía, que registra casi doscientos títulos, fiel reflejo de la paciente y sistemática labor desarrollada por el autor con las fuentes documentales, y que lo caracteriza e identifica como un historiador de talla excepcional.
Si bien Ser cubano… es un texto dirigido —fundamentalmente— a académicos e investigadores, no es menos cierto que los amantes de la ciencia histórica podrán encontrar en sus setecientas cincuenta páginas una gran riqueza informativa, de matices, de análisis y de sugerencias, acerca de uno de los elementos importantes que influyeron en la formación de la nación cubana, así como en la estructuración de la personalidad básica del cubano, que se alimenta de disímiles factores multi-étnico-culturales que condimentan el delicioso «ajiaco» del que hablara Don Fernando Ortíz.
No sé por qué curiosa asociación libre, mi memoria evoca una frase paradigmática del doctor Eusebio Leal Spengler (1942-2020), eterno Historiador de La Habana: «[…] la Historia de Cuba hay que amarla, divulgarla, enseñarla […] como en realidad es […], no como quisiéramos que fuera […], ni siquiera como debiera ser […]». En ello contribuye el libro que hoy recomendamos, deseándole una feliz y provechosa lectura.
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