
Alejandro Aguilar Aleaga (Pilón, Granma, 1958). Tiene publicados los libros de décimas Entre el tiempo y la heredad (Ediciones Bayamo, 2000); Los tiempos de la casa (Ediciones Orto, 2003) y El libro de las deudas (digital), Ediciones Sureditores. Poemas suyos aparecen en varias antologías. Es miembro del Proyecto Cultural Sur y del Movimiento Poético Mundial.
Deudas
Me debes unos espejos
Para hacer un exorcismo
Conjurar el fatalismo
De haber nacido tan lejos.
Me debes los catalejos
Otear a donde no fui
Me debes estar aquí
No haber salido de viaje
El pasaporte y el traje
Si dejé todo por ti.
Te debo este pueblo raro
Que nunca fue descubierto
Te debo ese desconcierto
Y un antiguo desamparo.
El solitario disparo
Venido de no sé dónde
El misterio que se esconde
Que se dispersa y se junta
Persiguiendo una pregunta
A la que nadie responde.
Me debes el maleficio
Lanzado por el haitiano
Simón hallar un rellano
Donde hacer un sacrificio.
Me debes el noble oficio
De roturar las parcelas
Me debes las parihuelas
Para cargar los pesares
Las marcas en los ijares
Los jirones en las velas.
Te debo lo que más quiero
Junto al crujir de tu falda
Tus manos sobre mi espalda
En un largo derrotero.
Te debo el triste sendero
Al que fue obligado Lot
El misterio del tarot
La sombra de la hechicera
La mano tan justiciera
De Arturo de Camelot.
Me debes el Pan de Aser
Horneado por un Virgilio
El silencio del concilio
Donde se han de precaver
Los pecados el nacer
En un invierno tan crudo
Me debes tensar el nudo
Más pequeño que el gordiano
Me debes el lado humano
Que te ofrezco como escudo.
Te debo la lontananza
El azul del mar la voz
No estar más cerca de Dios
Y un poco más de confianza.
Te debo la remembranza
De unas noches infinitas
Unas cartas mal escritas
Una barca que se hunde
Un credo que se difunde
En unas hojas marchitas.
Me debes aquella fiebre
Donde fui tu medicina
La leyenda hecha doctrina
De una cuna en un pesebre.
Me debes aquella liebre
Que saqué de la chistera
Para rellenar la era
De granos para el mañana
Me debes la luz que emana
Sobre el vientre de la espera.
Te debo el primer encuentro
Sin ninguna consecuencia
Si la voz de la inocencia
Nos resguardaba hacia dentro.
Te debo buscar el centro
Del verso que quise darte.
Te debo lo que se aparte
Del camino de Damasco
El nerviosismo el atasco
Cuando quise enamorarte.
Te debo quedar en vilo
Cuando veo en un grafiti
El rostro de Nefertiti
Sobre las aguas del Nilo
Te debo lo que asimilo.
Visitas: 17






Deja un comentario