
El 7 de octubre de 1849 muere Edgar Allan Poe, escritor norteamericano, autor del conocido poema «El cuervo». Durante su vida, Poe mantuvo con su padre una relación complicada signada por la incomprensión e incomunicación.
Esta carta que compartimos, traducida por Mario Bojórquez y escrita por Edgar Allan Poe cuando tenía unos 21 años, expone la relación distante que el escritor mantuvo con su padre.
Baltimore.
Octubre 16, 1831
Estimado Señor,
Hace bastante tiempo desde que le escribí solicitando su ayuda de dinero y asistencia. Lamento que desde entonces sólo raramente he escuchado alguna palabra de usted o acerca de usted por toda comunicación, parece que esto ha resultado finalmente así; y cuando pienso que a lo largo de veintiún años lo he llamado padre, y usted me ha llamado hijo, termino llorando como un niño pensando que todo debió parar en esto. Me conoce demasiado bien para considerarme un interesado, si así fuera: ¿por qué he rechazado sus miles de ofertas de amor y cariño? Es verdad que cuando estuve en extrema necesidad, siempre acudí a usted, porque no tenía otro amigo, pero sólo es hasta ahora cuando puedo escribirle con la conciencia de no solicitar ninguna ayuda, que me atrevo a abrirle mi corazón, o decirle una palabra de antiguo afecto. Cuando veo hacia atrás y pienso en las muchas cosas, en lo mucho que intentó hacer por mí, en su indulgencia y en su generosidad, a pesar de la más flagrante ingratitud de mi parte, no puedo ayudarle a que no piense de mí como en el más grande tonto de la existencia. Estoy listo para maldecir el día en que nací.
Pero estoy completamente cierto, concientemente convencido que todos estos buenos sentimientos han llegado demasiado tarde, no soy un maldito villano pidiendo la restitución de esa vigésima parte de su afecto que he perdido tan merecidamente, y estoy resignado a lo que el destino ha dispuesto para mí.
Le escribo simplemente porque he estado recordando los viejos tiempos y a mis únicos amigos, hasta que me siento pleno –en este momento la conversación con los conocidos es como el hielo para mí–, y prefiero escribirle aunque sé que no le interesa, y probablemente ni leerá esta carta.
No tengo nada más que decir y esta vez, ni favor que pedir. Aunque desgraciadamente pobre, he podido manejar hacia la solución las dificultades de las que le hablé en mi última carta, y estoy fuera de deudas, de cualquier manera.
Que Dios lo bendiga.
E. A. P.
¿Podrá escribir una palabra para mí?
***
Tomado de la Revista Círculo de Poesía
Visitas: 23






Deja un comentario