
La creación del Sistema de Ediciones Territoriales (SET) al comienzo de los 2000 fue un hecho significativo en la historia de la edición en Cuba después de 1959. En medio de las dificultades que vivían las editoriales nacionales a raíz de los problemas económicos, posibilitó una mayor difusión de los creadores del interior de la Isla.
Hoy Cubaliteraria conversa con María de los Ángeles Navarro González, fundadora del Sistema de Ediciones Territoriales (SET) en el país, a propósito de que este año la 33 Feria Internacional del Libro está dedicada al 25 aniversario de la iniciativa.
María de los Ángeles Navarro González, quien actualmente se desempeña como editora y especialista principal de Nuevo Milenio, nos comenta sobre los tiempos fundacionales del SET.
¿Cómo recuerda esos días de la fundación del sistema de ediciones territoriales?
Comencé en la editorial La Puerta de Papel —en ese momento. En Cuba estaban creadas las llamadas editoriales nacionales y algunas provincias habían hecho gestiones para tener su propio sello. Pero hubo una brillante idea de nuestro comandante en jefe a partir de los deseos que tenían muchos creadores de todo el país, que ansiaban dar a conocer su obra y no podían acceder a las editoriales nacionales. Era muy difícil que pudieran publicar, a menos que la obra resultara premiada en concurso. Para nosotros fue un reto.
El propósito de Fidel fue precisamente poder crear en cada provincia del país una editorial para visibilizar la obra de esos creadores que no habían podido tener esa oportunidad hasta el momento.
A partir del año 2000, en cada provincia se constituye un sello editorial, y esto dio paso posteriormente a la constitución de otros de la Asociación Hermanos Saíz. Actualmente hay 21 sellos, es decir, uno por cada provincia, y hay algunas que cuentan con más de uno; por ejemplo, en la Isla de la Juventud, Áncora; en Matanzas se encuentra Ediciones Aldabón; Reina del Mar en Cienfuegos, etc. Y gracias a esto se pudieron dar a conocer obras de nuevos creadores en todos los géneros, en varias temáticas: poesía, narrativa, teatro, e incluso investigaciones históricas, que en el caso de los autores de provincia no siempre tenían cabida en otras editoriales.
En un inicio los diseños de los libros no resultaban muy llamativos, pero más adelante, con el apoyo conjunto del Instituto Cubano del Libro (ICL) y los gobiernos provinciales se logró un mayor financiamiento, lo que permitió diseñar cubiertas cromadas e ilustraciones a color. De hecho, la creación del SET no solo benefició a autores que deseaban salir a la luz, también promovió a los ilustradores y diseñadores que han intervenido en los procesos editoriales.
Con el paso del tiempo el trabajo de los sellos provinciales logró un alcance nacional e internacional, porque autores que solían publicar con editoriales nacionales comenzaron a hacerlo con las provincias a causa de la mayor inmediatez al publicar y la probada calidad de su trabajo, por solo citar algunos ejemplos, Ediciones La Luz en Holguín, Ediciones Loynaz en Pinar del Río, y Áncora y El Abra en la Isla de la Juventud.
¿Cuál fue el propósito inicial con la fundación del sistema y qué día se toma como fecha fundacional?
El propósito fundamental fue precisamente dar a conocer la obra de esos creadores que estaban invisibilizados. Creadores con mucho talento que había a todo lo largo del país y que no habían tenido la posibilidad de publicar.
El día que se toma como fecha fundacional es el 13 de agosto del año 2000, en saludo al cumpleaños de nuestro comandante en jefe, porque la idea realmente fue de él, como otras tantas medidas que han ayudado al desarrollo y promoción de la cultura en el país.
Cuénteme su experiencia como fundadora del Sistema de Ediciones Territoriales ¿Qué representa en su recorrido profesional haber visto nacer el sistema de ediciones territoriales y qué retos cree que tienen hoy?
Al fundarse el SET trabajé en la editorial Unicornio y te puedo decir que, desde el primer momento, los que laboramos allí éramos una familia. Recuerdo que se le entregó a cada sello una impresora Risograf, conocida en todo el mundo editorial como la Riso, que permitía imprimir hasta mil ejemplares.
Y el Instituto Cubano del Libro, con el apoyo del Ministerio de Cultura, entregó una serie de materiales: un buen papel, dos tubos de tinta, uno negro y uno rojo, el master, que permite hacer fotocopia de cada página del libro, y una cartulina Bristol. Con esos dos tubos de tinta recuerdo que se hicieron maravillas. Al principio esa cartulina no era barnizada, y la tinta de los ejemplares se te quedaba en las manos.
Pero la idea era que el libro estuviera publicado. Y así salieron miles de ejemplares en todas las provincias del país, a lo largo de estos años. Quizás algunas editoriales trabajaron un poquito más con el diseño, otras menos, pero fueron saliendo varias tiradas. Libros que, por desgracia, no tuvieron la promoción adecuada, y como no se trataba de ejemplares exactamente bonitos, aunque tuvieran una ilustración muy linda, por el solo hecho de no tener una cubierta en colores, se vendían menos, pero por lo menos se dieron a conocer.
En nuestro caso visitábamos cada uno de los municipios de la antigua provincia Habana; Alquízar, San Nicolás de Bari, Güira de Melena… Nuestro objetivo era buscar a los creadores locales y de esa forma logramos armar un colchón editorial.
Creo que la idea inicial de Fidel dio muy buen resultado y sigue dándolo, aun en las condiciones difíciles de hoy. Ante la escasez de papel, las editoriales del SET han logrado transitar hacia lo digital e incursionar en la producción de ebooks y audiolibros.
Creo que las editoriales provinciales tienen aún mucho que decir. En los territorios hay personas con muchas ganas de hacer, que saben trabajar en equipo —algo muy importante—, y han logrado vencer los obstáculos con gestiones propias de los territorios; por lo tanto, creo que los sellos del SET tienen un futuro más que prometedor.
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